Colombia se consolida entre los países emergentes con el costo más alto por endeudamiento. El pago de intereses y amortizaciones de la deuda pública consume una parte significativa del presupuesto nacional y se ha convertido en una de las principales presiones fiscales del país, según un análisis de El País basado en datos del Ministerio de Hacienda y del Banco de la República.
Durante los últimos años, el servicio de la deuda —que incluye tanto los pagos de intereses como el capital— ha alcanzado niveles históricos. Solo en 2024, el Gobierno destinó más de 97 billones de pesos al cumplimiento de sus obligaciones financieras, lo que equivale a cerca del 9 % del PIB. De ese monto, más del 70 % corresponde al pago de intereses, una cifra que supera la inversión en sectores como educación o infraestructura.
Los expertos atribuyen este alto costo a la combinación de varios factores: tasas de interés elevadas, un nivel de riesgo país superior al promedio regional, la devaluación del peso y la persistencia del déficit fiscal. Según analistas de Credicorp Capital, Colombia paga rendimientos más altos que economías comparables como Perú o Chile, lo que encarece cada nueva emisión de deuda tanto interna como externa.
A pesar de los esfuerzos del Gobierno por mejorar la calificación crediticia y reducir el déficit, el margen fiscal sigue siendo estrecho. El Fondo Monetario Internacional advirtió en su más reciente consulta del Artículo IV que el país enfrenta una “carga de deuda relativamente alta” y que mantener la sostenibilidad fiscal dependerá de la consolidación de ingresos y del control del gasto.
El Ministerio de Hacienda ha defendido que la deuda pública —que ronda el 55 % del PIB— continúa siendo manejable y que los planes de financiamiento están enfocados en reducir la exposición a deuda externa y fortalecer el mercado local. No obstante, el reto inmediato sigue siendo contener el gasto y mejorar la confianza de los inversionistas, en un contexto de crecimiento moderado y presiones sociales crecientes.