Imaginemos una empresa del sector financiero en Colombia que busca optimizar la experiencia digital de sus clientes. En lugar de limitarse a automatizar respuestas, comienza a utilizar un agente de Inteligencia Artificial (IA) que comprende el contexto de cada usuario, aprende de sus interacciones previas y propone alternativas de servicio o el escalamiento de casos complejos según la necesidad del cliente.
Este tipo de soluciones de IA generativa, que unos años atrás parecían reservadas a centros de innovación avanzada, hoy son parte de estrategias empresariales orientadas a la eficiencia, la agilidad y la personalización. Un escenario que refleja una creciente tendencia en el mundo corporativo: el uso de agentes de IA que colaboran con los equipos de trabajo para mejorar procesos, crear experiencias a la medida y acelerar la toma de decisiones basadas en datos y contexto; una sinergia que permite a los trabajadores concentrarse en tareas de mayor valor estratégico.
Esta tendencia no solo se explica por los desarrollos tecnológicos, sino también, por la mayor adopción de este tipo de soluciones por parte de empresas interesadas en impulsar su resiliencia, productividad y la innovación como mecanismo para generar mayor valor económico. Un estudio de Accenture encontró que está tecnología podría significar un impacto de más de US$1.000 millones en América Latina, mientras que para Colombia representa el potencial de agregar US$88.000 millones al Producto Interno Bruto (PIB) del país, el cual, actualmente, se encuentra en el puesto 29 del ranking de las naciones que más invierten en IA en el mundo.
Pero ¿qué son los agentes de IA y por qué son parte esencial de la economía digital que estamos construyendo? En lo fundamental, un agente de IA es un programa informático capaz de interactuar con su entorno, recopilar datos y utilizarlos para realizar tareas de forma autónoma, cumpliendo objetivos predeterminados. Si bien los humanos establecen las metas, el agente es autónomo al decidir los mejores caminos para alcanzarlas utilizando IA generativa.
Lo interesante de esta innovación es que múltiples agentes de IA pueden colaborar entre sí para automatizar procesos complejos dentro de sistemas más amplios. Al intercambiar información, estos agentes hacen posible que todo el sistema opere de manera coordinada hacia objetivos comunes. Mientras algunos agentes se especializan en completar tareas específicas, existe un agente orquestador que coordina sus actividades para completar operaciones más sofisticadas.
Para que esta tecnología genere un impacto real, las organizaciones deben adoptarla con visión estratégica. Esto implica fomentar una cultura que sitúe al cliente en el centro, considere la IA como primera opción ante la solución de desafíos y promueva el aprendizaje continuo. Además, es fundamental establecer marcos claros de gobernanza y preparar a los equipos para su uso responsable. Solo así será posible capitalizar su potencial sin comprometer la confianza ni la seguridad.
Más que una moda, los agentes de IA representan una evolución natural en el uso de inteligencia artificial aplicada a los negocios. Se consolidan como aliados para escalar operaciones, enriquecer el vínculo con los clientes y abrir nuevas posibilidades de crecimiento para todo tipo de empresas. Incorporarlos desde hoy, con criterio y propósito, puede marcar la diferencia entre adaptarse al cambio de una era definida por tecnología o liderarlo.