Según un estudio hecho en Estados Unidos, la satisfacción aumenta constantemente de acuerdo con los ingresos e incluso se acelera a medida que el salario supera $358 millones (US$75.000).
El dinero realmente compra la felicidad, y la correlación se extiende mucho más allá del umbral salarial de $358 millones al año (US$75.000 aproximadamente) que se había visto como el límite superior para tener un impacto, según un equipo de científicos que incluye al psicólogo ganador del Premio Nobel que presentó la idea de una meseta de felicidad hace más de una década.
Según una nota de Bloomberg, la satisfacción aumenta constantemente de acuerdo con los ingresos e incluso se acelera a medida que el salario supera los $475 millones al año, siempre que la persona disfrute de un cierto nivel básico de felicidad para empezar.
El estudio, publicado a comienzos de marzo en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, fue hecho en Estados Unidos luego de consultar a 33,391 personas. En líneas generales, los autores señalan que el efecto se puede observar en salarios muy altos (US$500.000, que solo aplican para ese país), aunque carecen de datos concluyentes más allá de ese nivel.
Tal como lo señala el informe de Bloomberg, estos resultados contradicen un artículo de 2010 del psicólogo Daniel Kahneman y del economista Angus Deaton, que informó que la felicidad aumenta con los ingresos hasta que la relación comienza a “aplanarse” entre $60,000 y $90,000 al año ($284 y $427 millones).
“Ahora Kahneman ha vuelto a analizar su trabajo en colaboración con el estudiante de doctorado en psicología de la Universidad de Harvard y ex gerente de productos de software Matthew Killingsworth, quien no encontró ninguna meseta de felicidad en un estudio de 2021 que investigó el mismo tema”.
Su nuevo artículo, que describen como una «colaboración contradictoria», encontró un estancamiento, pero solo entre el 20 % más infeliz de las personas, y solo cuando comienzan a ganar más de $100 000. Pero incluso los miembros de este grupo infeliz se volvieron más felices a medida que sus ingresos aumentaron hasta seis cifras. Es solo en este punto donde el efecto felicidad de más dinero deja de funcionar y “las miserias que quedan no se alivian con ingresos altos”.