En un país tan diverso como Colombia, la riqueza cultural es un elemento fundamental que debe ser reconocido y valorado para promover una sociedad más equitativa y cohesionada. Según el censo más reciente del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (DANE), la composición étnica del país es un reflejo de su herencia multicultural: un 10.6% de la población se identifica como afrodescendiente, un 3.4% como indígena, un 0.01% como gitana y un 85% como mestiza. Esta diversidad étnica subraya la necesidad de implementar políticas que fomenten la inclusión y la equidad, reconociendo las múltiples identidades que conforman la nación.
En la era de la globalización, la interculturalidad se posiciona como una herramienta esencial para el desarrollo sostenible y la cohesión social. Este concepto no solo se limita a la coexistencia de diferentes culturas, sino que promueve un diálogo activo entre ellas, generando nuevas dinámicas sociales y fortaleciendo el tejido comunitario. La interculturalidad permite el enriquecimiento mutuo, facilitando la creación de lazos significativos que contribuyen a una sociedad más justa y equitativa.
Karol Vásquez, Decana de la Facultad de Terapias Psicosociales de la Universidad Antonio Nariño (UAN) y líder de la Maestría en Migraciones e Interculturalidad, destaca la importancia de inculcar valores como la empatía, la solidaridad y la tolerancia desde
temprana edad. «La empatía es crucial para el desarrollo de escenarios interculturales que promuevan la convivencia pacífica, la resiliencia y la felicidad en una sociedad diversa. Reconocer al otro como un igual, y no como un extraño, es fundamental para construir un ‘nosotros’ colectivo que refleje la verdadera interculturalidad», afirma Vásquez.
La educación, en este contexto, juega un rol vital en el fortalecimiento de la interculturalidad. La UAN ha sido pionera en la promoción de una política de educación inclusiva intercultural, destacando programas como «Migraciones e Interculturalidad» y la iniciativa «Embajadores de la Interculturalidad». Estos programas no solo buscan trascender fronteras, sino también construir una sociedad más inclusiva y equitativa.
Además, la UAN ofrece programas de posgrado enfocados en poblaciones históricamente marginadas, incluyendo indígenas, afrocolombianos, raizales, palenqueros, rom, víctimas del conflicto armado y migrantes. Estas iniciativas subrayan el compromiso de la institución con la construcción de un futuro en el que la interculturalidad, la inclusión y la justicia social sean una realidad para todos.
La Decana Vásquez concluye que la interculturalidad no es solo un objetivo a alcanzar, sino un proceso continuo de interacción y diálogo que enriquece a la sociedad y contribuye al desarrollo de un mundo más justo. Reconocer y promover la diversidad cultural es fundamental, y la UAN sigue siendo un ejemplo de cómo las instituciones educativas pueden desempeñar un papel clave en este proceso, impactando positivamente en el desarrollo social y cultural del país.