Los cinco mitos del mundo de las tarjetas: una mirada actual al ecosistema de pagos

Ago 31, 2025

El ecosistema de pagos ha experimentado una transformación acelerada en los últimos años. Soluciones como billeteras digitales, pagos con código QR, transferencias inmediatas y modelos de finanzas embebidas han dinamizado el mercado y generado nuevas oportunidades. Sin embargo, este proceso de innovación también ha dado lugar a ciertas ideas equivocadas sobre uno de los instrumentos financieros más utilizados en el mundo: las tarjetas de crédito, débito y prepago.

Según Diego Quesada, Country Manager para los Países Andinos, Centroamérica y el Caribe de Pomelo —empresa especializada en la emisión, procesamiento y gestión de tarjetas—, frente al auge de nuevas formas de pago, muchos asumen que las tarjetas han quedado obsoletas. “Nada más lejos de la realidad. Existen cinco mitos que, a la luz de los datos y la experiencia en la industria, demuestran que este ecosistema no solo sigue vigente, sino que continúa evolucionando”, afirma Quesada.

Mito 1: ¿El negocio de tarjetas está en declive?

Lejos de disminuir, el uso de tarjetas sigue creciendo. De acuerdo con el Nilson Report, actualmente se procesan más de 45 billones de dólares anuales en pagos con tarjeta a nivel global. Nuevas tecnologías como las tarjetas virtuales, tokenizadas o multidivisa están ampliando el acceso a mercados antes inaccesibles.

Ejemplos como Brasil, India y España lo confirman. En Brasil, la plataforma Pix ha incluido a más de 70 millones de personas en el sistema financiero, mientras que Itaú reporta un aumento del 130% en la emisión de tarjetas. En India, tras la implementación de UPI en 2016, el país cuenta con más de 1.451 millones de tarjetas activas. España, por su parte, ha superado los 93 millones de tarjetas, con más del 53% de sus transferencias procesadas de forma inmediata. “Algo similar se espera con la llegada de Bre-B en Colombia”, señala Quesada.

Mito 2: ¿Emitir tarjetas es demasiado complejo?

Aunque lanzar tarjetas requiere una planificación adecuada, hoy existen aliados tecnológicos que simplifican el proceso. Fintechs, bancos, unicornios y empresas de diversos sectores pueden incorporar tarjetas a sus portafolios al confiar en plataformas especializadas como Pomelo, que habilitan el ecosistema de tarjetas en tiempos récord y con modelos de negocio accesibles.

Mito 3: ¿Migrar a un nuevo procesador implica riesgos?

Durante años, cambiar de procesador significaba enfrentar largos procesos y posibles interrupciones. Hoy, gracias a arquitecturas modernas basadas en APIs abiertas, infraestructura cloud-native y procesos estandarizados, las migraciones pueden realizarse en semanas —o incluso días— sin afectar la operación, independientemente del tamaño de la entidad.

Mito 4: ¿Cada país requiere una implementación distinta?

La expansión internacional solía implicar desarrollos específicos para cada mercado. Actualmente, los procesadores modernos permiten una única integración técnica que se adapta a normativas locales, monedas, idiomas y marcos regulatorios. Esto facilita escalar productos regionales sin rediseñar el stack técnico, manteniendo consistencia operativa y ofreciendo una experiencia de cliente ajustada a cada cultura.

Mito 5: ¿Las grandes entidades están atrapadas en tecnología obsoleta?

Históricamente, los bancos han operado sobre plataformas legacy que requerían constantes ajustes. Hoy, más del 60% de las entidades financieras en América Latina están migrando hacia arquitecturas modernas basadas en la nube y APIs abiertas, priorizando la digitalización y la mejora de la experiencia del usuario.

“La convergencia de tecnologías como cloud, NFC, inteligencia artificial, tokenización y biometría está redefiniendo el papel de los pagos en el sistema financiero”, concluye Quesada.

Un futuro que sigue girando en torno a las tarjetas

Lejos de desaparecer, las tarjetas continúan siendo un pilar esencial en el ecosistema de pagos. Su capacidad de adaptación, su rol en la inclusión financiera y la flexibilidad que ofrecen a empresas y consumidores confirman que seguirán evolucionando al ritmo de la innovación.

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