En su reciente informe ´Caída de las perspectivas de crecimiento a largo plazo´, el Banco Mundial señaló que “el límite de velocidad de la economía mundial -la tasa máxima a largo plazo a la que puede crecer sin provocar inflación- caerá al nivel más bajo de los últimos 30 años”.
En Colombia, la inflación aún no toca techo. Acorde con el DANE la inflación del mes de marzo en el país fue de 13.34%. Los colombianos no veían un aumento tan acentuado de este indicador desde 1.999 y el impacto en el consumo ya es evidente. Por ejemplo, la Bitácora Económica de Fenalco del pasado marzo alertó de una reducción en la compra de bienes durables: muebles, electrodomésticos y vehículos.
El país, además, atraviesa un momento de incertidumbre evidente ante el trámite de las reformas en salud, trabajo y pensiones que ha propuesto el Gobierno Nacional y que están iniciando su trámite legislativo. Al tiempo, algunas señales son positivas como el flujo de inversión extranjera, la reducción del desempleo y del déficit fiscal.
Colombia está frente a un panorama en el que se hace necesario claridad regulatoria y de las autoridades para que los actores económicos y las empresas se concentren en reimpulsar la economía, mejorar la productividad y mantener su crecimiento en un escenario incierto.
Entonces, ¿qué podemos hacer frente a este panorama para sortear la coyuntura?
En Bain & Company nos hemos dedicado a estudiar los vaivenes del mercado y cómo la inflación y su comportamiento, al igual que las variaciones en el precio del dólar y el PIB, entre otros indicadores, pueden ser factores determinantes para las empresas, la toma de decisiones y su rendimiento. Nuestra experiencia nos demuestra que existen 5 grandes puntos que pueden ayudar a transitar por una coyuntura como la actual.
En primer lugar, es necesario ajustar la propuesta hacia el cliente para centrarse en las áreas de mayor valor y con ello simplificar las ofertas, estructuras y procesos. Además, es fundamental acelerar la automatización para reducir el riesgo de la continuidad del negocio, mejorando la eficiencia y aumentando el rendimiento, aprovechando el poder transformador de la tecnología y los datos.
Como tercer pilar se debe racionalizar la estructura organizativa, los procesos, la actualización de talento y las herramientas, privilegiando un aumento en la flexibilidad, las formas ágiles de trabajar y la variabilización de los costos fijos. Otro punto que destacamos es habilitar la toma de decisiones ágiles y efectivas en la gestión y el cambio del negocio, impulsando la innovación a través de una visión oportuna y precisa del rendimiento financiero y no financiero. Finalmente, será clave desarrollar una resiliencia multifuncional para mejorar la productividad y maximizar la agilidad para gestionar los riesgos, mientras se impulsa la sostenibilidad.
Contar con una mirada que logre integrar estos puntos será fundamental para manejar este momento de la economía y transformar nuestra visión empresarial, cambiando la percepción de los inminentes riesgos por oportunidades de crecimiento en tiempos inciertos.