En el del gobierno corporativo, ser parte de una junta directiva representa una oportunidad única para influir en las decisiones estratégicas y contribuir al éxito de una organización. Sin embargo, esta responsabilidad no es sencilla y presenta desafíos significativos. En este artículo, exploraremos cómo generar valor en una junta directiva a partir de un caso real, analizando los errores cometidos y las lecciones que podemos extraer para afrontar con eficacia los retos que surgen en este rol. Juntos, descubriremos cómo marcar una diferencia significativa en la junta directiva y garantizar el éxito sostenible de la empresa.
Desde hace mucho tiempo, he querido escribir este artículo sobre la verdadera forma de generar valor en una junta directiva, basado en la tradición de nosotros, los empresarios, y en la forma de ver el gobierno corporativo en nuestros países. Quiero contar la historia de un amigo mío, exalumno del máster donde fui su profesor, para poder, a partir de la misma, ayudar a comprender mejor cómo hacemos para generar valor en una junta directiva.
Un amigo me buscó hace poco para que lo ayudara a tomar una decisión sobre la primera junta directiva que aceptó en su carrera profesional. Él siempre se había caracterizado por ser un excelente profesional financiero y, por esta trayectoria, uno de sus mejores amigos y compañero de la maestría, lo invitó a que se uniera a su recién conformada Junta Directiva, porque los socios habían decidido instaurar un gobierno corporativo con el ánimo de mejorar sus relaciones societarias. Mi amigo estaba muy feliz, además, porque lo habían despedido de su anterior trabajo y ya tenía una edad en la cual no lo contrataría nadie en otra parte; agradecía mucho poder tener esos ingresos tan necesarios, como él decía, por unas «junticas directivas» y sobre todo porque veía la posibilidad de que al ser miembro de junta pudiera facilitar llegar a la consultoría financiera de esas mismas empresas. Antes de aceptar ser miembro, su amigo le pide hacer una reunión con los socios de su rama familiar, y en esa reunión, él se preparó de una manera exhaustiva porque su objetivo era generar esa buena impresión, y así lo hizo, pero nunca les hizo ninguna pregunta sobre las condiciones de la empresa y las características de la posición como miembro de junta directiva. En su primera junta, él se enfrenta a una situación desconcertante: los balances financieros de la empresa no coinciden con los datos que él había obtenido previamente de la Superintendencia de Sociedades. Descubre que la compañía opera como un grupo empresarial con una empresa en un paraíso fiscal que no consolida los balances. A pesar de sentirse incómodo con esta situación, él decide seguir adelante y participar activamente en la segunda junta. En esta ocasión, analiza los balances financieros y descubre que las empresas colombianas están registrando pérdidas mientras que la empresa en el paraíso fiscal obtiene grandes ganancias. Durante la segunda junta, él también presencia una acalorada discusión entre los miembros de la otra familia propietaria, sobre la revelación de beneficiarios finales. Esto lo deja preocupado, especialmente al conocer la resistencia de la familia que lo contrató a él, a revelar esta información. A pesar de los problemas y dilemas éticos que enfrenta, él sigue comprometido a hacer su mejor esfuerzo como miembro de la Junta Directiva. Propone mejoras y temas importantes para la siguiente reunión, demostrando su interés en el bienestar de toda la empresa. Sin embargo, su preocupación por las prácticas poco claras y los conflictos internos dentro de la empresa lo mantienen inquieto, además de que es uno de sus mejores amigos.
La junta directiva juega un papel esencial para asegurar una gestión efectiva y tomar decisiones estratégicas que impulsen el éxito y la sostenibilidad a largo plazo de la empresa. Los miembros de la junta directiva tienen deberes y derechos regidos por la ley, y su función es velar por los intereses de los accionistas y otros grupos de interés, como empleados, clientes y proveedores. Un buen miembro de junta directiva debe poseer conocimientos, experiencia, integridad, habilidades de pensamiento crítico, visión estratégica, capacidad de comunicación y trabajo en equipo. Estos miembros deben participar activamente en las discusiones, desafiar el pensamiento convencional, aportar conocimientos y experiencia, supervisar y controlar, y aprovechar su red de contactos para agregar valor a la organización.
Además, en mi experiencia les sugiero hacer diez preguntas clave para evaluar la conveniencia o no, de pertenecer a una junta directiva y de esa manera validar si se puede generar valor y si se alinean los intereses y expectativas de las partes: 1) ¿Cuál es la visión estratégica y el propósito de la organización y cómo encaja con mis propias metas y valores?; 2) ¿Cuál es la estructura y composición actual de la junta directiva y cómo se equilibra en términos de diversidad y experiencia?; 3) ¿Cuál es la cultura organizacional y cómo se promueve la transparencia, la ética y la responsabilidad en la toma de decisiones?; 4) ¿Cuál es el nivel de compromiso y dedicación requerido para ser miembro de la junta directiva y cuál es la carga de trabajo esperada?; 5) ¿Cuál es el nivel de participación y capacidad de influencia que se permite a los miembros de la junta en la toma de decisiones estratégicas?; 6) ¿Cuáles son las políticas de compensación y beneficios para los miembros de la junta directiva, y se considera una compensación justa y equitativa?; 7) ¿Cuál es el nivel de riesgo y exposición legal asociados con ser miembro de la junta directiva y qué medidas de protección se proporcionan?; 8) ¿Cómo se manejan los conflictos de interés y qué salvaguardias se establecen para garantizar la transparencia y la imparcialidad en la toma de decisiones?; 9) ¿Cuál es el historial de desempeño y éxito de la organización y cuáles son los desafíos y oportunidades clave que enfrenta en el futuro?; 10) ¿Cuál es la relación y comunicación entre la junta directiva, la alta dirección y los accionistas, y cómo se promueve la colaboración y el intercambio de información?. Estas preguntas abarcan temas como la visión estratégica de la organización, la cultura organizacional, la carga de trabajo esperada, la compensación, el manejo de conflictos de interés y la comunicación entre la junta directiva y otros actores relevantes.
En resumen, mi amigo cometió muchos errores, entre los que destaco: la falta de investigación previa sobre el gobierno corporativo, la falta de claridad en su rol, la falta de independencia financiera y su creencia de que se ingresa a una junta para hacer negocios propios, la falta de cuestionamiento ético y de transparencia, la falta de promocionar la diversidad en la junta directiva, la falta de una comunicación más efectiva, la falta de una evaluación adecuada de alternativas de acción y la falta de planificación para la implementación de cambios. Estos errores afectaron su capacidad para agregar valor en la junta directiva y abordar los desafíos de manera efectiva.
En conclusión, la participación en una junta directiva conlleva responsabilidades y desafíos, pero también ofrece la oportunidad de influir en la dirección estratégica y el éxito de la organización. Al cumplir con sus deberes y funciones de manera efectiva, los miembros de junta directiva pueden contribuir significativamente al buen gobierno corporativo y al logro de los objetivos organizacionales.
