En el mundo de la dirección empresarial, la efectividad de un equipo directivo no solo yace en la formulación de estrategias, sino en la adopción de actitudes que impulsen la implementación exitosa de estas. En este artículo, exploraremos las 10 actitudes fundamentales que se esperan de un equipo directivo competente, destacando especialmente el compromiso ético con los aspectos sociales y medioambientales. Para ilustrar estas actitudes, revisaremos un caso de transformación empresarial, donde un presidente externo enfrentó desafíos significativos para cambiar el rumbo de una empresa familiar de segunda generación.
Hace algunos años, tuve el privilegio de ser testigo de un cambio organizacional empresarial único. La empresa familiar de segunda generación se enfrentaba a desafíos significativos que amenazaban su sostenibilidad a largo plazo. La junta directiva, consciente de la necesidad de un cambio radical, optó por contratar a un presidente externo con un historial de liderazgo probado. Este líder visionario, al asumir la presidencia, se sumergió en un diagnóstico exhaustivo durante los primeros 100 días de gestión. Sus hallazgos revelaron una verdad cruda: el verdadero obstáculo no residía en la falta de mercado o en la posición financiera de la firma, sino en la esencia misma del equipo directivo. La cultura organizacional, arraigada en la empresa durante más de dos décadas, mostraba signos de agotamiento y falta de competencias.
El presidente presentó sus hallazgos a la junta directiva con claridad impactante: «El problema no es de mercado, ni producto, ni de caja; es de equipo directivo y de la falta de competencias». Continuó explicando que la cultura organizacional “paternalista” había permitido prácticas de gestión obsoletas, sin evaluación ni formación del equipo directivo. La resistencia al cambio era palpable, y la falta de presupuesto y proactividad entorpecía cualquier intento de innovación. Aunque la empresa gozaba de un mercado cautivo, la carencia de una mentalidad proactiva obstaculizaba la innovación.
La propuesta del presidente de cambiar significativamente el equipo directivo generó una reacción mixta en la junta directiva. Surgieron preguntas clave sobre la responsabilidad compartida entre la junta y la administración, la complacencia del estatus quo y la falta de iniciativa por parte del equipo directivo. En una reunión privada, los miembros de la junta cuestionaron la radicalidad de la propuesta, reflexionando sobre la carencia de habilidades en la segunda generación para liderar, lo cual impactaba directamente en la competencia del equipo directivo. Después de una profunda reflexión, la junta directiva solicitó al presidente liderar el cambio acompañado por ellos, reconociendo que el problema era bidireccional, involucrando tanto a la junta como a la administración. Se acordó gestar un cambio interno, y el presidente asumió el reto, optando por crear un decálogo de actitudes directivas compartidas entre la junta y la administración para lograr la transformación en un plazo de tres años.
- Actitud de compromiso con la visión y estrategia empresarial: Todos los miembros del equipo directivo manifestaron un compromiso inquebrantable con la nueva visión y estrategia empresarial, incorporando la responsabilidad social y medioambiental en cada decisión.
- Actitud de desarrollo continuo de competencias: Se cultivó una actitud proactiva hacia el aprendizaje continuo, implementando programas destinados a cerrar las brechas de competencias identificadas.
- Actitud de proactividad e innovación: Los líderes adoptaron una actitud proactiva, siendo impulsores de iniciativas innovadoras y liderando el cambio en la organización.
- Actitud de rendición de cuentas y responsabilidad: Se adoptó una actitud responsable e individual y colectiva, estableciendo mecanismos claros de rendición de cuentas.
- Actitud de evaluación y autoevaluación constante: Todos los miembros del equipo directivo asumieron la responsabilidad de la mejora continua a través de la implementación de un sistema regular de evaluación y autoevaluación.
- Actitud de formación y desarrollo profesional: Se promovió una actitud positiva hacia la formación y el desarrollo profesional, reconociendo que la mejora continua es esencial para el éxito empresarial.
- Actitud de diseño de un sistema de compensación competitivo y variable: Los líderes adoptaron una actitud estratégica al diseñar un sistema de compensación competitivo y variable para alinear los intereses del equipo directivo con los objetivos empresariales.
- Actitud de establecimiento y seguimiento de presupuestos: Se inculcó una actitud participativa en el establecimiento y seguimiento de presupuestos, optimizando el uso de los recursos de manera eficiente.
- Actitud de cambio de mentalidad y actitud proactiva: Se fomentó una actitud proactiva mediante una campaña que promovió el cambio de mentalidad, adoptando una postura positiva hacia la innovación.
- Actitud de compromiso ético con aspectos sociales, medioambientales: Todos los miembros del equipo directivo adoptaron una actitud ética al comprometerse con la responsabilidad social y medioambiental, integrando prácticas éticas en cada acción empresarial.
La transformación del equipo directivo ha significado más que un simple cambio estructural; ha supuesto una alteración fundamental en la dinámica de liderazgo de la empresa. La evolución del equipo, que pasó de ser un grupo de «Yes man» a convertirse en un conjunto proactivo, dispuesto a cuestionar constructivamente y contribuir a la transformación, ha sido esencial para adaptarse al dinámico entorno empresarial. El diálogo abierto entre el presidente y los vicepresidentes se ha convertido en una herramienta valiosa, donde se plantean inquietudes, se sugieren alternativas y se desafían las decisiones existentes. Aunque se promueva la expresión libre de ideas, una vez que el presidente toma una decisión, se espera que todo el equipo directivo lo respalde con compromiso total, entendiendo que la lealtad no impide el cuestionamiento constructivo, sino que exige dedicación inquebrantable para alcanzar los objetivos establecidos.
En este nuevo paradigma, el papel del vicepresidente se redefine como un agente activo en la transformación empresarial, esperando no solo propuestas de ideas y soluciones, sino también un esfuerzo constante en comunicar efectivamente sus puntos de vista. Aunque la implementación de sugerencias específicas puede no ser inmediata, se valora el compromiso del vicepresidente para trabajar con determinación hacia los objetivos definidos por el presidente. La responsabilidad última de alcanzar los objetivos recae en el presidente, pero se espera que el equipo directivo, como un conjunto de líderes comprometidos, colabore de manera activa y reflexiva para impulsar el éxito de la empresa. Este enfoque equilibrado de responsabilidad y participación ha demostrado ser un catalizador para la mejora continua y la adaptación efectiva en el cambiante panorama empresarial.