Las empresas familiares desempeñan un papel crucial en el entramado empresarial global. Sin embargo, la efectiva transmisión de la propiedad y el compromiso de las generaciones futuras con el negocio familiar son desafíos persistentes que enfrentan estas organizaciones. En este artículo, exploraremos un caso real con nombre ficticio: la «Familia Bazán». Sus luchas ilustran los complejos problemas asociados con la transferencia de la propiedad en un contexto familiar, destacando la importancia de abordar estos desafíos de manera proactiva para garantizar la continuidad y el éxito del negocio familiar.
La Familia Bazán, con sede en Arequipa, Perú, lidera un negocio familiar en el sector agroindustrial, fundado hace 60 años por Don Miguel Bazán. La empresa ha sido una figura destacada en la región, abarcando desde la producción de alimentos para aves y cerdos hasta servicios de transporte de animales.
Enfrentando desafíos comunes para las empresas familiares en Perú, como la sucesión, la internacionalización y la gobernanza corporativa, Don Miguel Bazán implementó un sistema de herencia basado en el mérito. Este sistema transfirió la propiedad a aquellos que demostraron dedicación y cualidades empresariales. Sin embargo, las tensiones surgieron cuando la gestión de la empresa pasó a la siguiente generación.
Pablo, el hijo menor de Don Miguel Bazán, fue elegido como su sucesor. No obstante, su estilo de liderazgo autoritario generó conflictos con sus hermanos y otros miembros de la familia. Para resolver los problemas de gestión, Pablo contrató consultores que sugirieron fusionar la propiedad en una sola empresa, lo que provocó discrepancias entre los hermanos.
La situación se complicó aún más cuando el país atravesó un período de inestabilidad política y social, con la amenaza del grupo insurgente Sendero Luminoso. Muchos miembros de la familia se vieron obligados a abandonar el país, generando una desconexión con el negocio familiar.
Con la tercera generación involucrándose en el negocio, surgieron diferencias en el compromiso y la participación. Mientras algunos, como Daniela, Antonio y Alejandra, mostraron un fuerte compromiso y participación activa en las reuniones del consejo y en las actividades familiares, otros, como Carlos y Luisa, tenían propiedad legal pero carecían de compromiso y participación en el negocio.
El caso de la Familia Bazán ofrece una visión detallada de los desafíos inherentes a la transferencia de propiedad en empresas familiares. A medida que la empresa pasa de una generación a otra, surgen tensiones y discrepancias que pueden afectar significativamente la continuidad y el éxito del negocio familiar.
En este contexto, se identifican cuatro grupos distintos dentro de la familia Bazán, cada uno con su propia dinámica y nivel de compromiso con el negocio familiar. El Grupo A, los propietarios activos comprende a quienes no solo poseen la propiedad legal, sino que también están profundamente comprometidos con el negocio y participan activamente en sus operaciones y decisiones estratégicas.
Por otro lado, el Grupo B, los comprometidos participativos, incluye a los comprometidos sin propiedad legal, miembros de la familia que, a pesar de no tener derechos de propiedad formales, muestran un fuerte compromiso con el negocio familiar y contribuyen de manera significativa a su desarrollo y crecimiento.
En contraste, el Grupo C, los propietarios pasivos, está compuesto por quienes poseen derechos de propiedad legal pero carecen de interés o participación activa en el negocio familiar. Esta falta de compromiso puede atribuirse a una serie de factores, incluida la desconexión emocional con el negocio o la percepción de que no tienen voz en las decisiones importantes.
Finalmente, el Grupo D, los desconectados inactivos, representa a aquellos miembros de la familia que carecen tanto de propiedad legal como de compromiso con el negocio familiar. Estos individuos pueden sentirse marginados o desinteresados en las operaciones y el legado familiar, planteando desafíos adicionales para la continuidad del negocio.
Un tema crucial que emerge del caso de la Familia Bazán es la importancia de fomentar la propiedad psicológica entre las generaciones futuras. La propiedad psicológica implica más que la mera posesión de acciones; se trata de dedicar tiempo, participar en actividades y tomar decisiones que afectan el futuro del negocio familiar. Aquellos que sienten una conexión emocional y un sentido de responsabilidad hacia el negocio son más propensos a contribuir al crecimiento y la sostenibilidad a largo plazo de la empresa familiar.
Los efectos secundarios de no tener un mecanismo efectivo para atraer a las siguientes generaciones pueden resultar en la pérdida de compromiso de algunas ramas familiares. Este modelo de transmisión de la propiedad, a menudo denominado «Poda del árbol», implica eliminar a los menos comprometidos. Esto ocurre cuando las generaciones predecesoras no fomentan la propiedad psicológica, dejando la visión del propietario actual a merced de las circunstancias momentáneas.
En síntesis, el caso de la Familia Bazán subraya la importancia crucial de abordar los desafíos inherentes a la transmisión de la propiedad en las empresas familiares. Al adoptar un enfoque proactivo para fomentar la propiedad psicológica y el compromiso de las generaciones futuras, las empresas pueden robustecer su legado y asegurar su continuidad a lo largo del tiempo, evitando así la pérdida de compromiso de algunas ramas familiares y las consecuencias negativas asociadas con la falta de un mecanismo efectivo para atraer a las siguientes generaciones. La transmisión exitosa de la propiedad requiere estrategias proactivas que promuevan la participación activa de los miembros de la familia y un compromiso continuo con el negocio familiar, preservando así su relevancia y contribución al panorama empresarial a largo plazo.
