Muchos empresarios comentan la angustia que les genera el gobierno actual Colombiano por el autoritarismo que se refleja en algunos comentarios precipitados, he querido recordar los fundamentos del ejercicio del poder, de manera que los actuales mandatarios, no solo políticos, sino también empresariales, reflexionemos sobre para qué es el poder, y podamos con unos simples consejos retomar el camino hacia el propósito y no hacia los intereses particulares de unos pocos.
Este artículo está basado en el libro de Miguel Ángel Gallo “El poder en la empresa” (2016), del cual he tomado una definición simple de “Poder”, entendido como la capacidad de ejercer dominio sobre un individuo o grupo; que está bien utilizado cuando es otorgado por otros para la construcción del bien común, y mal utilizado, cuando quienes lo ostentan se atornillan en el cargo, y lo usan en pro de intereses particulares. A lo largo de la historia de la humanidad, parece haberse entendido poco la verdadera finalidad del “Poder”, dado que desafortunadamente los seres humanos tenemos una racionalidad limitada y sesgada por nuestras insuficientes capacidades y por nuestras preferencias personales. Según los estudios sobre este tema, la mayoría de las personas que ejercen el poder inician con una visión genuinamente altruista. Sin embargo, está comprobado por siglos de historia que dichos intereses van girando hacia aspectos particulares, lo que termina golpeando a la sociedad. Esta situación la vemos en todo tipo de organizaciones, no sólo en el ámbito político, también se ve con mucha fuerza en la empresa privada e incluso en organizaciones sociales. Dado lo anterior, me gustaría dar una serie de pautas a aquellas personas que como nosotros ejercemos el poder en nuestras organizaciones, de manera que reconozcamos, cuándo se nos está subiendo el título a la cabeza y cómo podemos volver a el propósito inicial.
- Aprender a moderar el uso del “Poder” y emplearlo adecuadamente. Es importante recordar y mantener el propósito en mente, priorizando los criterios en la toma de decisiones. Para ejercer bien el poder es necesario autoimponerme mecanismos de gobierno corporativo, esto envía un mensaje muy poderoso a las organizaciones, “Yo no me mando solo”, “mis decisiones no dependen de mi estado de ánimo”, “tengo un órgano superior con las mayores competencias e independencia”. Dicho órgano es la Junta Directiva, a quienes se les llevan las decisiones cruciales de la empresa como son: la estrategia, la estructura de responsabilidades, los sistemas de compensación y evaluación de la alta dirección, los cambios en la estrategia, las alianzas, etc. Algunos líderes toman el camino fácil, eliminar órganos de control, que a corto plazo, bajo una mirada superficial, puede facilitar la vida, sin embargo a largo plazo genera una profunda desconfianza… …decir que el enemigo es la institucionalidad, termina siendo aún peor. La semana pasada vivimos un mal ejemplo de lo que no se debe hacer, cuando el Presidente anunció que asumirá las funciones de la Comisión de Regulación de Servicios Públicos -CREC- debido a que no cambiaron los precios de la energía; esto empieza a sembrar una idea en la población de que una persona está por encima de las instituciones que como la CREC hace análisis prudentes bajo una técnica que busca mantener la continuidad y calidad del servicio bajo estándares internacionales. Por otro lado, cuando desconocer los órganos de gobierno se pinta como algo positivo, y las decisiones de precios y utilidades se convierten en una herramienta política, la población será la que sufrirá a largo plazo.
- Aprender la diferencia entre “Poder” y “Autoridad”, el primer concepto como dijimos es ejercer el dominio sobre la organización a partir del cargo, “Yo soy el presidente, y aquí no se mueve nada si yo no lo digo”. Otro mal ejemplo lo vimos en la posesión del Presidente cuando exigió traer la espada de Bolívar; una demostración de poder por encima de lo que necesita la institucionalidad. Usualmente quien constantemente tiene que estar recordando su cargo, es porque siente que la gente no le reconoce su “Autoridad”. Recordemos que la autoridad es mucho más importante porque permite ejercer el poder sobre la organización gracias a que los mismos empleados lo otorgan por la gran confianza que les genera. Una persona se hace digna de la confianza de otro, básicamente por aspectos como: a) el interés genuino en los demás stakeholders, b) el gran deseo de desarrollar a todos al interior de la organización y c) porque entiende que se necesitan las “utilidades” para que las empresas sigan ejerciendo su actividad y hacerlas sostenibles en el tiempo. Entonces la persona que genera autoridad no tiene que ejercer el poder coactivo que le otorga el cargo, sino que es su confianza generada en los demás lo que le permite ejercer el cargo de manera limpia. Por supuesto los gerentes debemos aprender que existen lugares y momentos para el ejercicio del poder y la autoridad, estos son los que llamamos “momentos de la verdad” donde las demás personas van conociendo sus actuaciones y verdaderas intenciones. La autoridad se construye con el tiempo, con muchas iteraciones con los empleados a solas y en público, en reuniones formales y sobre todo informales; detalles tan pequeños como confirmar y no llegar a las reuniones, dejando plantadas las personas, te indican el nivel de respeto que sientes por los demás. Mostrar coherencia al hablar y al actuar, no es tarea fácil; el poder coercitivo se debe usar en muy pocos momentos, tal vez en aquellos de crisis para ver el carácter del líder, así no sentir que el piloto del avión nos va a dejar caer porque quiere enfrentar una tormenta cuando los instrumentos de vuelo le muestran trayectorias más seguras para llegar al mismo resultado. Sin embargo, muchas de las personas ejercen el poder de manera contraria, primero la coerción y el miedo, y segundo bajo la guía de sus propios intereses y no los de la comunidad o empresa dirigida.
- Aprender a dirigir a las personas que están en la empresa y no solicitar su cuadrilla, es tan común ver gerentes que lo primero que hacen al llegar a las empresas, so pena de ni siquiera conocer al personal actual, es traer su propio equipo que viene de otras empresas, destruyendo la confianza desde el primer minuto que se sienta, usando el poder que le da el cargo, y no la autoridad de ganarse a los ejecutivos de esa empresa que llega a dirigir. “Despedir la plana mayor de los ejecutivos porque no son de mi confianza”.
- Aprender a construir sobre lo construido: Cuando uno llega como gerente a una empresa, lo que debe hacer es tomarse con tranquilidad un periodo de diagnóstico, para conocer las personas, los negocios, la estructura organizativa, los sistemas de dirección, la cultura, etc. Después construir sobre los temas buenos que han realizado las anteriores administraciones. Llegar a destruir todo, como si los anteriores no hubiesen hecho nada bueno, genera todo tipo de suspicacias “Vamos a cambiarlo todo en el sector de la salud”.
- Aprender a ser parte del equipo, soy el soporte de la organización no el vértice al que se le rinde pleitesía. Mucho hemos hablado sobre los gerentes de hoy en día, sobre los líderes conscientes que sabemos que debemos ser el soporte de una empresa y no la cúspide de una tradicional y trillada estructura piramidal, donde a la persona vértice se le rinde pleitesía, ahora es necesario voltear la pirámide y pensar en qué tengo que hacer para lograr los cambios a punta de convencer y no arrasar. “Yo soy una ministra que cumple órdenes, y lo que estoy haciendo es lo que quiere el presidente”.
Para finalizar, es evidente que el gobierno de turno tiene todos los síntomas de no estar haciendo un buen uso del poder, y se ve en cada uno de los puntos anteriores, espero realmente que alguien los lleve a reflexionar, que aunque los objetivos sean buenos, con autoritarismo nunca van a ser alcanzados de manera sostenible y próspera. Estos puntos también nos sirven a los empresarios para no caer en ese mismo comportamiento en nuestras empresas, que hoy más que nunca necesitan liderazgo para enfrentar los momentos difíciles que están por venir