En mi tesis doctoral encontré, que si las familias empresarias manejaran sus empresas, como manejan sus familias, al menos 48% estarían fuera de los negocios. A lo largo de mi vida profesional, he tenido la posibilidad de conocer más de 300 grupos empresariales en toda Latinoamérica y puedo afirmar, que aunque son empresarios que generan mucho valor económico a la región, al menos el 48% tienen la “empresa” más importante de sus vidas, es decir sus familias de manera disfuncional.
Para todos los que tenemos una empresa familiar (EF) debe ser muy dura la afirmación de que tan solo el 52% de éstas tienen familias más o menos funcionales. Una familia disfuncional es un término que se utiliza para describir una que experimenta problemas en su estructura, interacciones, y dinámica interna que afectan negativamente la salud y el bienestar emocional de sus miembros. En mis estudios doctorales las identifiqué midiendo el nivel de confianza existente, y encontré que el 48% tenían un alto nivel de desconfianza entre sus miembros.
Hemos entendido hoy en día los especialistas en la EF, que el éxito de un empresario tiene que ver con diferentes dimensiones y no solo con las económicas. Es decir, que el éxito económico no garantiza el éxito familiar, de hecho muchas veces el primero pone en riesgo el segundo. Encontré igualmente que del 100% de las EF, tan solo 36% tienen un nivel aceptable de rentabilidad, y de estas tan solo el 18% tenían éxito económico y familiar al mismo tiempo. El 64% que tenían bajos niveles de rentabilidad, tan solo 34% tenían éxito familiar y el 30% no lo tenía. Por eso se puede afirmar de manera provocativa, que si las familias empresarias manejaran la empresa como manejan su familia, al final el 48 % estarían fuera de los negocios.
Lo que pasa es que de alguna manera, es que algunas EF sobreviven, porque al interior de sus organizaciones existe una barrera contra los aspectos familiares, teniendo como práctica que expulsen a los socios familiares de la operación de las mismas, lo que se encontró en el 18% de la muestra y que afirman que “ningún miembro de familia puede trabajar en la empresa” y contratan profesionales independientes, colocando la muralla china, para mantener a su empresa fuera de las discusiones familiares. Sin embargo, un 30% de las EF continuaban coexistiendo entre los altos niveles de desconfianza y baja rentabilidad, los que las convierten en las próximas seleccionadas para engrosar los altos índices de mortalidad de la EF, que usualmente se ven reflejados en los cambios generacionales.
Ahora bien, también es preocupante, que un 64% de estas empresas no tengan buenos desempeños económicos. Las razones son variadas, si solo hacemos un análisis en el aspecto empresarial, podemos afirmar que la principal razón es su bajo nivel de profesionalización, que se ve reflejado en un pobre gobierno corporativo, bajo direccionamiento estratégico, estructuras organizativas tipo árbol genealógico que no tienen un sentido empresarial, pobres sistemas de dirección, es decir salarios no acordes al mercado sin evaluaciones periódicas, y finalmente una cultura empresarial, llena de trampas, como por ejemplo el desconocimiento de los deberes y responsabilidades de un propietario de empresa.
Ahora bien, ¿cuáles deberían ser los caminos a tomar de un empresario familiar?, según lo anterior, debe tomar dos caminos. El primero camino, que suele ser evidente para la mayoría y al que le dedican la mayor cantidad de su tiempo, es tratar de “Profesionalizar la EF”, muchos de ellos con solo la intuición, porque no tienen los conocimientos modernos de la gestión de las empresas, pero otros más proactivos se forman y logran alcanzar altos estándares de dicha profesionalización. Para identificar quien está por ese camino basta solo con observar aspectos de mejora en el gobierno corporativo, en el proceso de planeación estratégica que casi siempre incluye internacionalización y diversificación de riesgo, país y sector, una estructura organizativa coherente con la misma estrategia, sistemas de compensación a valor de mercado y evaluación de la persona, así como buenos planes de carrera y por supuesto, un trabajo exhaustivo en la cultura corporativa que es responsable con todos sus partícipes.
El segundo camino, que consta de cinco tareas esenciales, es trabajar en el fortalecimiento de la confianza familiar, que es a la que le dedican la menor cantidad de tiempo, porque muchos creen que eso se arregla solo, amar es un verbo y hay que hacer actos que mantengan y/o recuperen el amor. Para que exista finalmente confianza entre sus miembros, sugerí en uno de mis libros “¿Cómo construir un legado familiar?”, una metodología para aprender a gestionar la familia, muy parecido a cómo se hace en la empresa, donde la primera tarea es tener un propósito familiar, respondiendo las siguientes preguntas de manera conjunta: ¿Qué tipo de familia somos y cómo quisiéramos ser (Visión Familiar)?, ¿Cuál es nuestro propósito (Por qué somos familia y para qué somos familia)?, ¿Cuáles son los valores que no hacen fuerte como familia?, ¿Qué nos hace únicos?, ¿Cuáles son los valores que deseamos fomentar para ser una mejor familia?; la segunda tarea, es el gobierno familiar: ¿Cómo vamos a gobernar nuestra familia?; la tercera tarea, es la estrategia familiar: ¿Qué hacemos para alcanzar el propósito y la visión familiar?; la cuarta tarea, la estructura familiar: ¿Quién se va a encargar de estos temas y cuánto se le va a pagar?, y finalmente, la quinta tarea, son los sistemas de dirección: ¿Qué presupuesto vamos a colocar, cómo se fondea y qué indicadores vamos a tener?
Como pueden observar, para ser un buen empresario familiar exige tener claro los dos caminos paralelos a recorrer. La capacidad de darle prioridad no solo a lo empresarial que seguramente les traerá un éxito económico, sino también la dedicación de tiempo, y prioridad a los aspectos familiares. Sin confianza familiar, usted no tendrá una familia unida y comprometida, que en últimas es lo que le dará la mayor satisfacción, solo debe mirar atrás hacer su autoevaluación y empezar a gestionar su familia de una manera diferente. Los cinco pasos expuestos en este artículo podrán ayudar en ese reto, no se deje obnubilar por el “poder y el dinero”, al final de la vida, no nos llevamos nada de eso, pero sí la felicidad de haber tenido una familia funcional.