La inteligencia artificial (IA) está transformando la manera en que las juntas directivas operan, ofreciendo nuevas herramientas para mejorar la eficiencia, la toma de decisiones y la gobernanza corporativa. Sin embargo, su implementación no está exenta de desafíos, especialmente en lo que respecta a la responsabilidad legal y los riesgos éticos. Este artículo explora cómo las juntas directivas pueden adoptar la IA de manera efectiva y responsable, combinando un análisis teórico con un caso práctico que ilustra los beneficios y desafíos de esta tecnología en el contexto corporativo.
La integración de la inteligencia artificial en las juntas directivas conlleva importantes responsabilidades y riesgos que deben ser gestionados con cuidado para asegurar que su implementación sea beneficiosa y respete tanto la ética como la legalidad en las decisiones corporativas. Es fundamental que las juntas directivas garanticen que el uso de la IA esté en línea con los valores de la empresa y cumpla con todas las normativas legales. Esto implica mantener la transparencia en la toma de decisiones, asegurando que las decisiones automatizadas sean comprensibles y justificables para todos los involucrados. Además, es importante prestar especial atención a la protección de datos y la privacidad, asegurando que la información procesada por la IA esté protegida y que se cumplan todas las regulaciones pertinentes.
Uno de los riesgos más críticos es el sesgo algorítmico, que puede conducir a decisiones injustas o desiguales, especialmente en áreas que afectan a empleados, clientes, proveedores, y a otros stakeholders. Las juntas directivas deben implementar estrategias para identificar y mitigar estos sesgos, asegurándose de que la IA trabaje con datos representativos y que se realicen auditorías periódicas para garantizar su imparcialidad. Además, existe el riesgo de depender excesivamente de la tecnología, lo que podría comprometer la calidad del juicio humano en la toma de decisiones. Es esencial que las juntas directivas equilibren el uso de la IA con la experiencia y el criterio humano, garantizando que la tecnología actúe como un complemento al pensamiento crítico y la deliberación estratégica, en lugar de reemplazarlos.
Desde que la inteligencia artificial comenzó a ganar terreno, su adopción en una sola de las juntas directivas en las que participo actualmente y ha sido una verdadera revolución. Inicialmente, la idea de utilizar IA para analizar la situación de la empresa parecía una tarea extraña, en gran parte porque entender la lógica detrás de los algoritmos no era fácil. Sin embargo, me di cuenta que, para aprovechar esta herramienta, debía establecer un marco claro de cómo tomaba decisiones.
- Comencé escribiendo un documento donde plasmé mi modelo de toma de decisiones, basado en tres criterios clave: eficacia (en términos de rentabilidad), eficiencia (en cuanto a aprendizaje interno) y consistencia (aprendizaje de terceros). Este modelo, con un enfoque humanista, establece que cualquier decisión debe cumplir con los tres criterios, priorizando la consistencia, seguida de la eficiencia, y finalmente la eficacia. Además, incluí un protocolo para tiempos de crisis, donde, si ninguna alternativa cumple con los tres criterios, se debe optar por el «mal menor» basado en la vulnerabilidad de los stakeholders.
- Inicialmente, los resultados no fueron los esperados. No obstante, comprendí que la falta de precisión en las preguntas que le hacía a la IA era la causa. Decidí entonces mejorar mis habilidades de formulación de prompts, adoptando esquemas como R-T-F (Rol-Tarea-Formato) y CARE(Contexto-Acción-Resultados-Ejemplos) para formular prompts efectivos. Gradualmente, el uso de la IA comenzó a rendir frutos, especialmente cuando empecé a recibir información adecuada de nuestro secretario de la junta. Ahora, con tan solo ingresar el expediente enviado, la IA, utilizando mi modelo de toma de decisiones, me proporciona resultados que han mejorado significativamente mi eficiencia en las reuniones.
- Otro beneficio importante ha sido en el ámbito legal. No siendo abogado, solía abstenerme de participar en decisiones legales por falta de conocimiento. Sin embargo, desde que integro la IA, puedo pedirle que actúe como un abogado experimentado, analice contratos o situaciones legales a la luz del contexto de la empresa, y me ofrezca recomendaciones. Esto me ha permitido desempeñar mi rol de generalista con mayor credibilidad.
- Además, en juntas directivas virtuales, puedo interactuar con la IA en tiempo real, mejorando el análisis de todos los miembros mientras se desarrollan los eventos. Finalmente, hemos incorporado un secretario virtual que toma las actas. Combino mis notas con las del secretario virtual, reviso rápidamente, y así obtengo un acta lista y precisa al final de cada reunión.
- Es importante señalar que, a pesar de todas las ventajas que la IA ha aportado a mi desempeño en la junta directiva, nunca permite que sustituya mi debida diligencia. Siempre invito a expertos a nuestras reuniones para garantizar que las decisiones finales se tomen con un conocimiento exhaustivo y consciente de todas las implicaciones. La IA es una herramienta poderosa, pero el juicio humano sigue siendo insustituible.
Mi experiencia utilizando la inteligencia artificial en la junta directiva valida los principios teóricos sobre las responsabilidades y riesgos asociados con su implementación. Al establecer un modelo de toma de decisiones que prioriza la consistencia, la eficacia y la eficiencia, he alineado el uso de la IA con los valores y normas de la empresa, mitigando riesgos como el sesgo algorítmico y asegurando decisiones más justas y equilibradas. Sin embargo, la necesidad de una formación adecuada y la adopción de métodos como R-T-F y CARE para generar prompts efectivos demuestra que el éxito en la integración de IA no es automático, sino que requiere un esfuerzo consciente para adaptar la tecnología a las necesidades de la junta. Además, mi enfoque en mantener la capacidad crítica y no depender exclusivamente de la IA coincide con la teoría que advierte sobre los peligros de una dependencia excesiva de la tecnología. Finalmente, el uso de la IA en áreas donde no tengo experiencia, como el análisis legal, refuerza la idea de que la tecnología puede potenciar la participación integral de los miembros de junta directiva, pero siempre en combinación con la debida diligencia y el juicio humano, garantizando que las decisiones sean éticas y bien fundamentadas.
La inteligencia artificial está emergiendo como una herramienta poderosa para las juntas directivas, ofreciendo nuevas capacidades para mejorar la toma de decisiones, la eficiencia, y la gobernanza. Sin embargo, su implementación debe manejarse con cuidado, atendiendo a las responsabilidades éticas y legales que conlleva, y mitigando los riesgos de sesgo y dependencia excesiva. El caso personal expuesto demuestra cómo, con una preparación adecuada y un enfoque estratégico, la IA puede ser integrada de manera efectiva en la junta directiva, mejorando la participación, la credibilidad y la eficiencia de sus miembros. Para las juntas que deseen mantenerse competitivas y responsables en la era digital, adoptar la IA no es solo una opción, sino una necesidad.
