San Francisco va camino a convertirse en la primera ciudad del mundo en no necesitar un relleno sanitario, ya que ha conseguido reducir en un 80% la basura que genera. Esto lo están logrando gracias a la implementación de tecnologías limpias y a la participación activa de sus ciudadanos. Este proceso de transformación, que ya es visto como un caso de éxito por la comunidad internacional, surgió de la implementación de una estrategia que tiene como objetivo convertirla en una ciudad “basura cero”.
El primer componente de esta estrategia tiene como eje central la construcción de una planta de compostaje a gran escala. Esta gran planta de compostaje con la que hoy cuenta la ciudad le ha permitido convertir los residuos de comida, los residuos agrícolas y el resto de residuos orgánicos, en abono para las tierras productivas de la región. El segundo componente, tiene como núcleo la educación ambiental, la cual ha priorizado el fomento de la cultura del reciclaje, la cual hoy por hoy corre por las venas de todos sus ciudadanos, grandes y chicos por igual.
Esta ciudad norteamericana ha logrado transformar enormes cantidades de lo que antes era considerada basura, sin ningún valor, en un elemento verdaderamente valioso como lo es el compostaje. El compostaje (o compost) es la mezcla de materiales que se obtiene de la degradación y mineralización de residuos orgánicos de origen animal, vegetal y leñoso que sirve para aplicar a los suelos cultivables con el propósito de abonarlos para mejorar sus características químicas, físicas y biológicas.
Lo más interesante de esta iniciativa de la ciudad de San Francisco es que ha logrado resolver varios problemas de manera simultánea:
1- Reducir las emisiones de metano producidas por los rellenos sanitarios, una de las principales fuentes de este dañino gas de efecto invernadero.
2- Lograr que los agricultores de la región pasen de utilizar fertilizantes químicos, que generan grandes problemas medioambientales, a usar compostaje, el cual es un fertilizante orgánico de alta calidad, además que por su precio inferior ha ayudado a bajar los costos de la producción agrícola, según datos oficiales de la ciudad.
3- Disparar los empleos directos e indirectos relacionados con el manejo y aprovechamiento de estos residuos. De acuerdo a la revista Down to Earth, publicación norteamericana especializada en temas de medio ambiente, salud y políticas de desarrollo, con esta nueva estrategia San Francisco, hoy, genera 200 veces más empleos que con la estrategia anterior y además ahorra muchísimo dinero del presupuesto de la ciudad, el cual era antes destinado al manejo de la basura de la ciudad.
El manejo adecuado de los residuos domiciliarios (recolección, disposición y aprovechamiento) sigue siendo un reto común para muchos países, incluido Colombia. Según el Informe Nacional de Disposición Final de Residuos Sólidos, publicado por la Superservicios en 2021, en Colombia se generan aproximadamente 11.6 millones de toneladas de residuos al año; y de acuerdo a las cifras proyectadas por el DANE para el 2022 solo 1.6 millones de estas se reciclaron.
La realidad es que a excepción de la planta Biogás Doña Juana en Bogotá (la cual aún se encuentra en una etapa muy temprana de funcionamiento), en Colombia no se cuenta con proyectos de aprovechamiento a gran escala para los residuos orgánicos.
En los grandes y medianos municipios del país, donde hay habilitados rellenos sanitarios (174 en total), el manejo que se le está dando a este tipo de residuos es el de compactarlos y dejarlos ahí para su descomposición, generando malos olores, plagas y emisiones de gases efecto invernadero. En el resto de los municipios y comunidades del país los residuos se están depositando en botaderos a cielo abierto (84 en todo el país) sin ningún tipo de tratamiento; o peor aún, se están enterrando en las playas o se están arrojando irresponsablemente a los ríos y mares, causando daños inmensurables al medio ambiente.
Sin duda plantear soluciones que permitan el aprovechamiento de estos residuos orgánicos, a lo largo y ancho del país, es uno de los temas que debemos empezar a discutir abiertamente. Las soluciones ya no dan más espera, pues corremos el riesgo de cruzar los “puntos de no retorno” a partir de los cuales los daños ecológicos podrían ser irreversibles.
El manejo adecuado de los residuos orgánicos en Colombia requiere un enfoque integral que abarque desde la separación en la fuente, hasta la recolección, aprovechamiento y disposición final de los residuos. Además, se necesita un compromiso por parte de la sociedad, las empresas y las autoridades para implementar soluciones sostenibles y eficaces.
En mi opinión, existen varias líneas de acción que una política pública de esta naturaleza debe contemplar para brindar una verdadera solución al problema que llevamos décadas viviendo en Colombia con el manejo de los residuos domiciliarios:
1- Fomentar la separación en la fuente: promover la correcta separación de los residuos orgánicos en los hogares, empresas y establecimientos comerciales para que puedan ser gestionados de manera adecuada.
2- Implementar sistemas de recolección y aprovechamiento: es importante contar con rutas de recolección selectiva para los residuos orgánicos para luego llevarlos a plantas de aprovechamiento.
3- Fomentar el compostaje en el hogar y en pequeñas comunidades: el compostaje es una alternativa viable y sostenible para el tratamiento de residuos orgánicos. Solo en Bogotá D.C., según datos del UAESP, se producen aproximadamente 3440 toneladas diarias de residuos, de las cuales el 51% son de tipo orgánico.
4- Promover la economía circular: este modelo de producción y consumo se basa en la reducción, reutilización y el reciclaje de materiales para garantizar un crecimiento sostenible en el tiempo. Fomentarla en Colombia podría ser una solución efectiva para reducir la cantidad de residuos que se producen en el país.
5- Incentivar la innovación y la tecnología: se pueden desarrollar tecnologías innovadoras para el tratamiento de residuos orgánicos, como la producción de biogás o la generación de energía a partir de la biomasa.
En conclusión, sería maravilloso que colectivamente soñáramos con ciudades “basura cero” y que nuestros gobernantes y legisladores entendieran que para lograrlo se necesitan políticas públicas coherentes y ajustadas a nuestra realidad. No me cabe duda que en el diseño de las ciudades del futuro, que por definición tienen que ser sostenibles en el tiempo, debe haber muchos capítulos en los que las tecnologías limpias sean la prioridad.