Educar a las nuevas generaciones de una familia empresaria no es solo una cuestión de transmitir conocimientos, sino también de inculcar valores y cultivar un sentido de pertenencia desde la primera infancia. En este artículo, exploramos cómo la etapa de 0 a 12 años es clave para formar una base sólida en los futuros líderes de la empresa familiar. Basándonos en el enfoque del libro “Own It” y en nuestro más reciente libro “ La gestión de la propiedad de las familias empresarias”, abordaremos los elementos esenciales de esta fase temprana y analizaremos un caso latinoamericano que ilustra los desafíos y oportunidades de educar a los más jóvenes para que abracen el legado familiar.
Este artículo es el primero de una serie de seis, que hablará sobre los diferentes aspectos que se deben desarrollar en las futuras generaciones de empresarios familiares para asegurar la continuidad del legado. Continuar el legado familiar implica que cada miembro de la familia se encuentre en armonía consigo mismo, en unidad y compromiso con sus empresas y patrimonio familiar. ¿Cómo lograrlo? ¿Qué se debe enseñar en cada etapa de la vida? Esta serie, inspirada en el libro “Own It” de W. Sage, G. Marchisio y B. Dartt, explorará las lecciones clave en cada una de las siguientes etapas de la vida: entre los 0 y 12 años (Primera Infancia), entre los 10 y 20 años (Adolescencia), entre los 18 y 28 años (Adultos Emergentes), entre los 25 y 40 años (Adultos Jóvenes), entre los 35 y 65 años (Adultos de Mediana Edad) y entre los 60 años y más de 100 (Adultos Mayores). Cada artículo se enfocará en una de estas etapas y en los aspectos específicos que se deben fortalecer en cada una para cultivar una generación de empresarios familiares comprometidos y capacitados. En este primer artículo, abordamos la importancia de la etapa de 0 a 12 años, donde los valores, la identidad y la conexión con el legado familiar empiezan a forjarse.
La etapa de 0 a 12 años es crucial para inculcar valores y actitudes en los futuros miembros de una familia empresaria. En este periodo no solo se fomenta el crecimiento individual, sino también una conexión significativa con el legado familiar y la responsabilidad como propietarios. Según Own It de W. Sage, G. Marchisio y B. Darlt, y el «Programa de Desarrollo de Propietarios» (PDP) de Gómez, Bravo y Lagos en La gestión de la propiedad de las familias empresarias, es esencial que los niños desarrollen un sentido de pertenencia y compromiso desde una edad temprana. El PDP busca que los futuros propietarios ejerzan su rol de manera responsable, comprendiendo sus derechos y deberes como accionistas y su papel en la unidad familiar. Esta responsabilidad se cultiva a través de la participación activa en la familia y el contacto con el negocio, junto con la enseñanza de valores como la unidad y el compromiso.
- Fomentar una autoestima sólida y confianza en las capacidades propias: La autoestima es un factor fundamental en el desarrollo de cualquier individuo, y en el contexto de una empresa familiar, ayuda a los futuros propietarios a enfrentar los desafíos sin miedo al fracaso. Los padres pueden reforzar la autovaloración de sus hijos permitiéndoles tomar pequeñas decisiones y participando en actividades familiares que les enseñen el valor de su papel dentro del grupo. Esta formación temprana es el primer paso hacia una identidad sólida como futuros propietarios.
- Construir la confianza en otros y fomentar la independencia: La independencia es esencial para que los niños se sientan capaces y responsables de sus decisiones. Al mismo tiempo, deben aprender a confiar en los demás, especialmente en su familia y en los colaboradores de la empresa. Estas cualidades son fundamentales para que los futuros propietarios puedan liderar en equipo y delegar. Los padres pueden fomentar la independencia permitiendo que los niños asuman tareas simples de forma autónoma y apoyándolos en sus decisiones.
- Fomentar el sentido de pertenencia y la identidad familiar: Un programa de desarrollo para futuros propietarios no estaría completo sin un enfoque en la identidad familiar. El PDP enfatiza la importancia de transmitir un sentido de unidad y compromiso con la empresa y el patrimonio familiar, y esto comienza desde la infancia. Actividades como reuniones familiares donde se comparten logros y desafíos del negocio, y la narración de historias sobre los orígenes y valores de la familia, permiten que los niños construyan una conexión emocional con el negocio. Este sentido de pertenencia y orgullo es esencial para que, en el futuro, se conviertan en propietarios comprometidos.
- Introducción a la responsabilidad y el cuidado de la propiedad: Una parte esencial del PDP es que los niños comprendan desde temprana edad la importancia de cuidar y respetar lo que poseen. Ser propietario no se trata solo de tener, sino de ser un buen administrador de los recursos familiares. Enseñarles a manejar sus propios recursos mediante tareas simples de ahorro y donación, y ayudarlos a entender la importancia de la inversión en la comunidad, son prácticas que contribuyen a desarrollar la responsabilidad necesaria en los futuros propietarios.
- Desarrollar un enfoque positivo hacia el negocio familiar: En el PDP, también es esencial que los niños vean el negocio como una fuente de oportunidades y algo que contribuye a la sociedad. Al exponer a los niños al entorno empresarial de manera positiva, se logra que asocien el negocio familiar con experiencias enriquecedoras. Las visitas ocasionales a la empresa y el involucramiento en eventos familiares relacionados con el negocio ayudan a crear una conexión positiva con el negocio desde temprana edad.
La familia Martínez, dueños de una exitosa empresa de alimentos en México, implementó un programa de educación familiar para sus hijos y sobrinos de entre 5 y 12 años. Cada sábado, los adultos organizaban actividades que combinaban la diversión con el aprendizaje de valores fundamentales. En una de las actividades, los niños visitaban la fábrica y observaban el proceso de producción. Durante el recorrido, cada niño tenía una libreta donde anotaba aspectos que consideraba importantes. Al final del día, compartían sus notas en una reunión familiar. Esto no solo fortalecía su sentido de pertenencia, sino que también les enseñaba el valor del trabajo y la importancia de cada eslabón en el proceso productivo. Además, los Martínez promovían la responsabilidad financiera temprana. A cada niño se le daba una pequeña «mesada» semanal dividida en tres categorías: gasto, ahorro y donación. De esta manera, aprendían a valorar el dinero y el impacto de sus decisiones, sentando las bases para una futura gestión responsable del patrimonio familiar.
La educación en los primeros años es una inversión invaluable para las familias empresarias que desean perpetuar su legado. A través de actividades prácticas y enseñanzas alineadas con los valores familiares, los niños desarrollan la autoestima, confianza y sentido de pertenencia necesarios para convertirse en líderes responsables. La familia Martínez demuestra que, incluso en contextos de fuerte identidad local, es posible inspirar a las futuras generaciones a ver la empresa como una parte integral de su identidad. Al crear una asociación positiva con el negocio y promover un sentido de responsabilidad, las familias pueden sentar las bases para una transición generacional exitosa.