La etapa entre los 25 y los 40 años es una de las fases más significativas en la vida de los miembros de familias empresarias. Este periodo marca la transición de jóvenes promesas a adultos plenamente responsables, con roles activos en la empresa, la familia y la propiedad. Los adultos jóvenes enfrentan un conjunto de desafíos y oportunidades, ya que deben equilibrar su desarrollo personal y profesional con las expectativas familiares y las demandas del negocio. Este artículo, basado en los principios de Own It de W. Sage, G. Marchisio y B. Darlt, así como el libro “La gestión de la propiedad de las familias empresarias» de Gómez, Bravo y Lagos, examina cómo las familias empresarias pueden guiar a los adultos jóvenes durante esta etapa crítica y convertir los retos en oportunidades para fortalecer el legado familiar.
En los artículos previos de esta serie, exploramos cómo las etapas de la infancia, la adolescencia y los adultos emergentes establecen los cimientos de la identidad y el compromiso con el legado familiar. Ahora, estudiaremos la etapa de los adultos jóvenes, un periodo en el que se consolidan como propietarios responsables, líderes empresariales y miembros activos de la familia. Este periodo es especialmente crítico porque coincide con momentos clave en la vida personal, como formar una familia propia, avanzar en la carrera profesional y asumir roles estratégicos dentro del negocio familiar. Para que los adultos jóvenes puedan transitar con éxito por esta etapa, es necesario proporcionarles las herramientas y el apoyo adecuados, al tiempo que se les permite desarrollar autonomía y asumir mayores responsabilidades.
Uno de los mayores retos que enfrentan los adultos jóvenes en las familias empresarias es la transición de «convertirse en» a «ser» propietarios. Este cambio implica asumir no solo los derechos, sino también las responsabilidades que conlleva la propiedad familiar. La gestión del patrimonio, la participación en órganos de gobierno y la toma de decisiones estratégicas son aspectos fundamentales que deben aprender y dominar. Para lograr esto, las familias deben fomentar la educación continua y proporcionarles oportunidades prácticas para involucrarse en el negocio. El «Programa de Desarrollo de Propietarios» (PDP) es una herramienta invaluable en esta etapa, ya que ofrece formación en aspectos técnicos como la estructura legal de la propiedad, los derechos de voto, la planificación patrimonial y la responsabilidad social. Además, les permite comprender cómo sus decisiones impactan no solo en el negocio, sino también en la familia y la comunidad.
El liderazgo es otro aspecto crucial que los adultos jóvenes deben desarrollar en esta etapa. Muchos de ellos comienzan a asumir roles estratégicos dentro del negocio, ya sea liderando equipos, gestionando proyectos o tomando decisiones importantes en la junta directiva. Sin embargo, el liderazgo no se da de manera automática; debe cultivarse a través de experiencias prácticas, mentorías y programas de capacitación específicos. Los adultos jóvenes necesitan desarrollar habilidades como la toma de decisiones bajo presión, la gestión del cambio y la capacidad de inspirar a otros. Estas habilidades no solo benefician al negocio familiar, sino que también fortalecen su confianza y les permiten convertirse en modelos a seguir para las generaciones futuras.
La relación con la familia también evoluciona durante esta etapa. Los adultos jóvenes deben aprender a interactuar con sus padres, hermanos y otros miembros de la familia como iguales, basando sus relaciones en el respeto mutuo y la colaboración. Esto puede ser un desafío, especialmente si persisten dinámicas jerárquicas o de dependencia. Las familias empresarias deben crear un ambiente en el que todos los miembros se sientan valorados y escuchados, lo que fomenta la cohesión y minimiza los conflictos. Las reuniones familiares regulares, los proyectos conjuntos y las actividades de formación pueden ser herramientas útiles para fortalecer estos vínculos y garantizar que la familia permanezca unida en torno a un propósito común.
El equilibrio entre la vida personal y profesional es otro reto significativo para los adultos jóvenes en esta etapa. Muchos de ellos están en el proceso de formar sus propias familias, lo que añade una dimensión adicional a sus responsabilidades. Manejar el tiempo y las prioridades se vuelve muy importante para evitar el agotamiento y mantener un equilibrio saludable. Las familias empresarias pueden apoyar a los adultos jóvenes brindándoles flexibilidad y recursos para gestionar sus múltiples roles, como programas de bienestar, horarios laborales flexibles o servicios de apoyo para el cuidado de los hijos.
Un ejemplo concreto de cómo una familia empresaria puede apoyar a los adultos jóvenes durante esta etapa es el caso de la familia Santamaría. Esta familia, propietaria de una empresa de manufactura con presencia internacional, decidió implementar un programa estructurado para apoyar a los miembros jóvenes en su transición a roles más estratégicos. Carolina, de 34 años, fue una de las primeras en participar. Con formación en administración de empresas y experiencia laboral en otras compañías, Carolina regresó al negocio familiar con la misión de liderar la expansión internacional. Aunque inicialmente enfrentó resistencia por parte de algunos gerentes de mayor antigüedad, la Junta Directiva decidió apoyarla proporcionándole un mentor externo y acceso a capacitaciones específicas sobre comercio internacional. Gracias a este respaldo, Carolina logró establecer una nueva sede operativa en Centroamérica, lo que resultó en un aumento del 20% en las exportaciones durante el primer año. Por otro lado, su primo Andrés, de 30 años, asumió el reto de optimizar la estructura de costos de la empresa. Aunque sus propuestas iniciales generaron resistencia, Andrés contó con el apoyo de su familia y un equipo de asesores externos para superar los desafíos. Con el tiempo, diseñó un sistema de presupuestación más eficiente, lo que generó ahorros significativos y mejoró la rentabilidad del negocio. Ambos casos demuestran cómo el apoyo estructurado, combinado con la libertad para explorar y liderar proyectos, puede transformar los retos en oportunidades para el crecimiento personal y el éxito empresarial.
El desarrollo de los adultos jóvenes también implica un enfoque en su crecimiento personal. Además de las habilidades técnicas y de liderazgo, es fundamental que trabajen en su inteligencia emocional, la gestión de sus relaciones y la construcción de su propósito personal. Las actividades de impacto social, los viajes y la participación en proyectos comunitarios son formas efectivas de ayudarles a conectar sus valores personales con los de la familia y el negocio. Esto no solo fortalece su sentido de pertenencia, sino que también les permite contribuir de manera significativa al legado familiar.
El periodo entre los 25 y los 40 años es fundamental para consolidar a los adultos jóvenes como líderes en la empresa, propietarios responsables y miembros activos de la familia. En la empresa, es vital que desarrollen habilidades de liderazgo, capacidad estratégica y adaptación al cambio. En la propiedad, deben comprender y ejercer sus derechos y deberes, fortaleciendo su participación en la gobernanza y la toma de decisiones. En el ámbito familiar, la comunicación abierta, el respeto mutuo y la colaboración son esenciales para mantener la unidad y trabajar hacia objetivos comunes. Con el apoyo adecuado, esta etapa se convierte en una oportunidad para fortalecer el legado y preparar a la próxima generación de líderes.