Un gran cúmulo de situaciones del entorno están afectando de manera significativa a las organizaciones: pasamos por una pandemia y ahora tenemos una guerra en Europa, la economía global muestra evidentes visos de recesión, contamos con una inflación desbordada y la tasa de cambio rompe repetidamente récords históricos, además de las emergencias generadas por el cambio climático, entre otros. Es decir, un ambiente muy retador para las empresas y sus colaboradores.
La resiliencia cobra, entonces, una invaluable relevancia como parte de la cultura y el ADN para superar los nuevos retos. La transformación y la obtención de prosperidad va de la mano de los desarrollos tecnológicos aunado a enfoques de sostenibilidad.
Para las organizaciones, la Transformación Digital cambia fundamentalmente la forma en que se opera y brinda valor a los clientes, esto involucra el uso de tecnologías digitales que conllevan la migración a modelos mucho más eficientes y ágiles.
Las compañías, entonces, han tenido que examinar de forma detenida sus operaciones y estrategias, hacerles frente a las brechas respecto a las nuevas formas de hacer negocios, nuevas fuentes de ingresos y transformar toda su cadena de valor.
Como si fuera poco, a estos aspectos se le suma la presión que imprime el hecho de que con la globalización aparecen nuevos competidores y la existencia de aquellos que ya han evolucionado digitalmente. Todo ello hace que se deba comenzar, continuar o acelerar la Transformación Digital de los negocios.
La situación imprime una creciente urgencia de volverse digital, haciendo que en cuanto más rápido se modernice tecnológicamente más pronto se verán los resultados, lo cual es verdad, pero se debe tener el debido cuidado de no emprender inversiones y esfuerzos de manera no organizada, ni planeada, sin una visión sistémica integral y de mejora continua ante los cambios que le imprime el entorno.
No hacerlo es lo que ha determinado que el 70% de los proyectos de transformación digital, según Harvard Bussiness Review Analytic Services, fracasen o no logren los resultados esperados, así que no basta con acelerar el viaje hacia las nuevas tecnologías para llegar a donde se desea estar.
Definitivamente, la Transformación Digital no se logra con un proyecto ambicioso, quizás exitoso o no, o con la suma de varios de ellos emprendidos como silos, sin articulación. Si no que es un esfuerzo integral permanente, contemplado desde una Arquitectura Empresarial Sostenible, con una visión holística de gestión y estructuración del negocio, enmarcados fundamentalmente dentro de un ecosistema complejo y dinámico que involucra la estrategia, las personas con su talento, el liderazgo y la cultura dentro de la organización, los procesos, la tecnología de información y su entorno en el que se destacan la regulación y los aspectos económicos, sociales y ambientales.
La gestión de las organizaciones debe ser consecuente con su relación con el entorno y el cambio cultural de lo sostenible, junto con los procesos internos de producción para optimizar las propiedades y funcionalidades de productos y servicios, las estrategias comerciales y de mercadeo, reducción de costos y generación de mayor competitividad.
Es de la mano de la arquitectura empresarial que se engranan los objetivos corporativos, los procesos, las personas, la tecnología en adaptación al cambio y según las necesidades del mercado y los clientes.
El desarrollo sostenible le ha incorporado elementos aportantes al considerar lo ambiental y social interrelacionados con lo económico. De manera que, al contemplar en la transformación digital de manera integral la sostenibilidad, se configura holísticamente una visión fresca y más completa para asegurar la adaptación a los cambios y retos que impone el entorno y la explotación de las oportunidades que ellos ofrecen, para permanecer, prosperar y trascender exitosamente.