Los consumidores son más cuidadosos con sus gastos y están dispuestos a probar marcas de precios más bajos, enfocándose en la relación precio-calidad.
Aunque la adopción de las marcas blancas y privadas en Latinoamérica ha sido más lenta que en Estados Unidos, Europa y Asia, la edición más reciente del EY Future Consumer Index reveló que cada más hay más disposición para comprarlas y que llegaron para quedarse.
En un contexto de menor crecimiento, alza en la inflación y el costo del dinero, la tendencia se está marcando en productos como artículos de limpieza, alimentos y bebidas, cuidado personal y cosméticos, ropa, calzado y accesorios.
“Los consumidores son más cuidadosos con sus gastos y están dispuestos a probar marcas de precios más bajos, enfocándose en la relación precio-calidad. La pandemia cambió la forma en la que las personas consumen”, explicó Juan Felipe Arango, socio líder de EY-Parthenon en Colombia.
A pesar de ello, penetración promedio de estas marcas en el segmento de productos de consumo es de 10% en LATAM, mientras que en Estados Unidos está posicionado entre el 25% y 30%.
Sin embargo, Colombia encabeza la región con un 17%; seguida de Argentina, Chile y Perú con un 13%; y México con un 8%.
El estudio también identificó que los consumidores están realizando compras en puntos de venta como tiendas de descuento (hard y soft discounters). El aumento de este tipo de tiendas -incluso por encima de otros retailers- hace que la presencia de las marcas blancas y privadas aumenten en su formato físico y virtual. Para Colombia, el crecimiento de los ‘hard discounters’ está en un 29%; mientras que el de los retailers, en un 2,5%.
La participación de las marcas blancas y privadas en América Latina varía de acuerdo con la categoría; por ejemplo, en artículos de higiene y pañuelos, se ubica en un 5%; alimentos de la canasta familiar, 4%; lácteos y alternativas, 2%; snacks, 2%; cuidado del hogar, 5%; salud, 1%; y belleza y cuidado personal, 1%.
“Las marcas blancas y privadas han cambiado la naturaleza de las relaciones entre los fabricantes de productos de consumo y los retailers y llegaron para quedarse”, agregó Arango.