Según el Dane, la inflación de la población pobre y vulnerable fue de 14,92% y 14,80% en 2023, respectivamente. La variación para la clase media fue 13,28% y para los estratos altos, 11,52%.
Tal como lo define el Dane, el índice de precios al consumidor (IPC) es un indicador que permite medir la variación mensual de los precios de un conjunto de bienes y servicios que los hogares adquieren para su consumo, entre dos períodos de tiempo.
En términos más sencillos, la inflación mide cuánto suben los bienes y servicios que adquirimos todos los días y es un indicador clave de la política económica, ya que, junto al desempleo y la informalidad, entre otros indicadores, refleja de la calidad de vida de la población.
Definida por el Banco de la República como el aumento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios más representativos del consumo de los hogares, la inflación se considera un impuesto regresivo que golpea a los más pobres que, por ejemplo, destinan un mayor porcentaje de su ingreso a la compra de alimentos, que, en una coyuntura como la ctual, más han presionado el índice de precios al alza.
De hecho, según el Dane, la variación anual del IPC por nivel de ingresos el año pasado fue: Pobres (14,92%), Vulnerables (14,80%), Clase media (13,28%), Ingresos altos (11,52%) para una variación total de 13,12%.
Por eso, aunque en líneas generales son más los que pierden que los que ganan con la inflación, entres los últimos se encuentran quienes pueden negociar sus salarios al alza, algunos inversionistas que apuestan por activos de mayor riesgo, o quienes tienen su dinero en inmuebles, acciones y algunos ‘commodities’ que se suben de precio cuando hay inflación.