Colombia, reconocida como uno de los principales exportadores de carbón a nivel mundial con una producción anual de aproximadamente 60,9 millones de toneladas, se enfrenta a críticas significativas debido a los impactos ambientales y sociales asociados con la minería de carbón. Estos incluyen la emisión considerable de dióxido de carbono (CO2), responsable del calentamiento global al retener el calor en la atmósfera, así como problemas sociales como la reubicación de comunidades, la contaminación del agua y la afectación de ecosistemas.
Ante este panorama, surge una alternativa sostenible: el combustible derivado de residuos. Este innovador enfoque no solo reduce hasta en un 50% las emisiones de dióxido de carbono, sino que también evita la generación de gases de efecto invernadero durante la disposición final de residuos. Lo afirma con convicción Olga Lucía Gaviria, Gerente de Geofuturo, socia de Resiter.
Colombia, en sintonía con la creciente conciencia ambiental y la imperiosa necesidad de abordar el cambio climático, está trabajando en diversificar su matriz energética. Se están implementando medidas para fomentar fuentes de energía más limpias y sostenibles, como la energía hidroeléctrica y las energías renovables.
Empresas como Resiter, liderada por su gerente general Felipe Barros, desempeñan un papel crucial al promover la economía circular como un camino para transformar la cultura de gestión de residuos. Barros destaca que la producción del combustible derivado de residuos contribuye directamente al objetivo nacional para el 2030 de reducir en un 50% las emisiones de CO2. En sectores industriales clave, como la industria cementera y las plantas de energía térmica, el uso de este combustible evita la emisión de más de 150 mil toneladas de dióxido de carbono.
Aunque se reconoce el desafío económico inherente a la producción de este combustible, especialmente en comparación con los costos de vertederos en países europeos como Austria, Resiter mantiene su compromiso de sustituir los rellenos sanitarios. Mientras que en Austria el costo del vertedero es de 100 euros, en Colombia es de 3 euros, lo que plantea un reto para alcanzar el punto de equilibrio económico, según señala Gaviria.
Es crucial destacar el impacto en la salud pública asociado con los rellenos sanitarios. Los lixiviados, líquidos contaminados que pueden filtrarse a las napas subterráneas, representan una amenaza para la calidad del agua potable y, por ende, para la salud de las personas. Además, la descomposición de residuos en rellenos sanitarios puede generar gases nocivos, como metano y dióxido de azufre, contribuyendo a la contaminación del aire y afectando la salud respiratoria de las comunidades circundantes.
El Gerente General de Resiter destaca la importancia de cambiar la forma de gestionar los residuos, evitando que lleguen a los vertederos y mejorando la calidad de vida de la población. La planta de Resiter en Cartagena, que aplica tecnología e innovación en la gestión de residuos, ha logrado un impacto positivo en más de un millón de habitantes, evitando enfermedades derivadas de la contaminación del suelo, aire y agua.
En asociación con Geofuturo, Resiter busca liderar la revolución energética, comprometiéndose a continuar invirtiendo en investigación y desarrollo para expandir su oferta de soluciones sostenibles. La visión es clara: sustituir el carbón es posible, y el camino hacia un futuro más sostenible pasa por la transformación de la gestión de residuos y la adopción de alternativas innovadoras y respetuosas con el medio ambiente.