En Bogotá, la gestión de residuos peligrosos se ha convertido en un desafío crucial para la sostenibilidad ambiental y la salud pública. Con más de 47,000 generadores de residuos hospitalarios que producen alrededor de 80,000 toneladas anuales de estos desechos, la ciudad enfrenta una tarea titánica para garantizar una disposición adecuada y evitar la contaminación. Estos residuos incluyen materiales tóxicos procedentes de fuentes domésticas, industriales y hospitalarias, que requieren tratamientos especializados para su correcta gestión.
Puntos de recolección: una estrategia clave
La Secretaría de Ambiente de Bogotá ha dado un paso importante al instalar 1,046 puntos de recolección de desechos peligrosos en toda la ciudad, brindando a los ciudadanos la oportunidad de disponer correctamente de residuos como baterías, pilas, aceites usados, luminarias y medicamentos vencidos. Este esfuerzo busca mitigar los riesgos de contaminación del agua y el suelo, y es parte de un plan más amplio para mejorar la gestión de residuos peligrosos en la capital.
Sin embargo, a pesar de estas iniciativas, queda mucho por hacer. Los residuos peligrosos que no se gestionan de manera adecuada representan una amenaza constante para los recursos naturales y la salud de la población.
Innovación en la gestión de residuos: la planta de Atica
Una de las empresas que ha asumido un papel protagonista en la gestión de residuos peligrosos en Bogotá es Atica, líder en soluciones integrales de residuos peligrosos y no peligrosos. Atica ha implementado tecnologías avanzadas en su planta ubicada en Mosquera, la cual tiene la capacidad de producir 4 millones de kilocalorías de energía. Desde su implementación, la empresa ha aprovechado energéticamente más de 45,000 toneladas de residuos peligrosos mediante la tecnología de Combustible Derivado de Residuos (CDR).
Mauricio Abondano, gerente de negocios de Atica, señala que «la incorporación de los hornos de CDR ha sido muy bien recibida, no solo por su aporte al cuidado del medio ambiente, sino también por su integración en la economía circular». Esta tecnología permite que productos no reciclables ni reutilizables tengan una segunda vida útil a través de su aprovechamiento energético, lo que mejora la eficiencia económica y la productividad.
El proceso de conversión: residuos en energía
El proceso de aprovechamiento energético comienza con la clasificación de los residuos según su composición. Aquellos que son aptos para la incineración se trituran y densifican, transformándose en partículas que luego se utilizan como combustibles alternativos. Este combustible no solo sirve para procesos industriales, sino que también es empleado en la recarga de la flota vehicular de la empresa.
Además de generar energía térmica, los hornos de CDR garantizan la destrucción segura de residuos peligrosos que no pueden ser dispuestos en rellenos sanitarios. Atica ha implementado estrictos protocolos de seguridad y sistemas de control de emisiones que cumplen con las normativas ambientales vigentes, asegurando que su operación no represente una amenaza para el medio ambiente.
El futuro de la gestión de residuos peligrosos en Bogotá
Si bien la tecnología de incineración para la generación de energía es esencial, es igualmente importante que los esfuerzos en torno a la gestión de residuos peligrosos estén acompañados de una mayor educación y concienciación ciudadana. La correcta disposición de estos materiales debe ser una prioridad para todos, no solo para evitar daños ambientales, sino también para garantizar un futuro más sostenible para las generaciones venideras.
El camino hacia la sostenibilidad en Bogotá aún es largo, pero iniciativas como las de Atica demuestran que es posible transformar un desafío tan grande como los residuos peligrosos en una oportunidad para generar energía limpia y fortalecer la economía circular.