El 16 de octubre de 1979 las Naciones Unidas declararon esta fecha como el Día Mundial de la Alimentación (DMA), con el propósito de visibilizar y movilizar al mundo frente al hambre y la malnutrición. La conmemoración coincide con la fundación de la FAO en 1945 y busca recordar que garantizar alimentos suficientes, seguros y nutritivos sigue siendo una responsabilidad compartida.
Casi medio siglo después, el reto continúa. En 2024, 733 millones de personas padecieron hambre —el 8,3 % de la población mundial— y más de 2.300 millones vivieron inseguridad alimentaria moderada o grave. El costo promedio de una dieta saludable llegó a US$4,46 por persona al día, dejando a 2.600 millones de personas sin poder costearla.
El llamado de este año es claro: pasar de la conciencia a la acción. El lema del DMA 2025, “Mano de la mano por unos alimentos y un futuro mejores”, invita a sumar esfuerzos y trabajar de forma articulada para enfrentar uno de los desafíos más urgentes del planeta.
En Colombia, ese espíritu colaborativo ha tomado forma en múltiples iniciativas que conectan producción sostenible, nutrición, inclusión y desarrollo rural. Desde su llegada al país en 1977, la FAO ha acompañado al Gobierno, las entidades territoriales y la sociedad civil en la construcción de políticas y proyectos que vinculan a comunidades, cooperantes y empresas privadas.
Este año, el país tendrá una participación destacada en el Foro Mundial de la Alimentación, que se celebrará del 10 al 17 de octubre en Roma, sede de la FAO. Allí, Colombia presentará experiencias que demuestran cómo el trabajo colectivo puede transformar territorios, impulsar la economía rural y contribuir a la seguridad alimentaria.
Una de las principales apuestas será el Foro de Inversión 2025, donde se destacarán dos cadenas estratégicas: el café del Cauca y el cacao del Huila. En el Cauca, la propuesta busca renovar 12.000 hectáreas bajo sistemas agroforestales, fortalecer la etapa de postcosecha y abrir mercados de alto valor. También se proyectan rutas de agroturismo y programas de formación para jóvenes y mujeres rurales, con una inversión estimada en USD 20,1 millones y beneficios directos para 36.000 productores.
En Huila, el plan se centra en renovar 1.800 hectáreas de cacao y establecer otras 500 con sistemas de riego, cumpliendo estándares europeos y promoviendo un modelo de producción circular. El proyecto incluye plantas para procesar manteca, polvo y bebidas de cacao, además de iniciativas de turismo científico. Con una inversión cercana a USD 22,8 millones, se espera beneficiar a 4.000 familias y reducir 46.690 toneladas de CO₂ al año.
Durante el Foro, Colombia también tendrá presencia en la Exposición Mundial “De las Semillas a los Alimentos”, que se realizará del 10 al 13 de octubre en el Parque de Porta Capena, en Roma. El país mostrará productos emblemáticos como café, cacao y frutas tropicales, resultado de alianzas entre la FAO, Ecopetrol y productores del Meta, así como proyectos de reincorporación económica con excombatientes de paz.
Además, la moda también tendrá su espacio con la colección “América Latina se viste de Algodón”, del diseñador colombiano Juan Pablo Martínez, que refleja el trabajo conjunto entre la FAO y la Agencia Brasileña de Cooperación en siete países de la región.
El agua, otro de los recursos vitales para la alimentación, será protagonista en el diálogo mundial con pueblos indígenas, donde Colombia presentará el proyecto Scalewat – Agua, Vida y Gobernanza, centrado en fortalecer la gestión del recurso hídrico y promover decisiones basadas en datos para un acceso más equitativo.
También se destacará Colatina, una iniciativa liderada por mujeres en Tumaco que convierte las escamas de pescado en productos cosméticos y alimenticios. Un ejemplo de innovación rural y economía circular que demuestra que transformar el campo no siempre requiere grandes tecnologías, sino creatividad y cooperación.
Finalmente, Colombia dejará su huella en el nuevo Museo y Red de la Alimentación y la Agricultura (MuNe), creado por la FAO en su sede de Roma. Allí quedarán piezas de cerámica y dos ruanas boyacenses, símbolos del arraigo rural y la identidad campesina del país.
Con esta participación, Colombia se suma al compromiso global de construir un sistema alimentario más justo y sostenible, recordando que el hambre no se combate solo con recursos, sino con alianzas, innovación y trabajo conjunto.

