La mayoría de los fertilizantes que se usan a nivel nacional en los alimentos son importados desde Ucrania y Rusia
El conflicto armado entre Rusia y Ucrania continúa generando importantes repercusiones a nivel global. A un año y medio de la segunda invasión rusa, las consecuencias económicas se hacen cada vez más evidentes, especialmente para Colombia y la región de América Latina y el Caribe. La situación actual de Rusia y Ucrania refleja una lucha constante y una incertidumbre que amenaza la estabilidad económica mundial.
En su primera invasión, en 2014, Rusia tomó control de Crimea. Tras la segunda invasión, que inició en febrero de 2022, Rusia amplió su control sobre territorios al Sur y al Este de Ucrania, alcanzando aproximadamente el 16% del territorio ucraniano a finales de 2022, según el diario francés Le Monde. Esto permitió a Rusia restringir el tráfico marítimo ucraniano en el Mar Negro, afectando las exportaciones de fertilizantes, trigo y aceites producidos en Ucrania.
El impacto inmediato de esta guerra ha sido mayor inflación, particularmente de materias primas y de combustibles, menor crecimiento económico y cierta perturbación de los mercados financieros internacionales, en parte por las sanciones de bloqueo económico impuestas contra Rusia.
Pero estas afectaciones se extienden mucho más allá de las fronteras de Ucrania. De acuerdo con Leopoldo Olavarría, Socio de CMS Rodríguez-Azuero, “distintos bancos centrales alrededor del mundo incrementaron las tasas de interés para combatir el incremento de las tasas de inflación, lo cual ha tenido un impacto negativo, tanto en los acreedores como deudores, como en el acceso a créditos y a los consumidores. En el ámbito de los negocios, el incremento de las tasas de interés y dificultades para obtener financiamiento produjo una muy importante desaceleración de las operaciones de fusiones y adquisiciones de compañías, que de ordinario dinamizan la actividad económica y los avances en eficiencia y desarrollo tecnológico. En este entorno, las operaciones más importantes en el primer trimestre de año en Colombia se dieron en los sectores de investigación y desarrollo, fabricación y distribución de productos farmacéuticos, internet, software y servicios de tecnología de información y servicios de apoyo de negocios y profesional.”
Para Colombia y la región de América Latina y el Caribe, la guerra en Ucrania ha incrementado los precios de ciertos insumos y productos agrícolas, que en su mayoría son importados. De acuerdo con el Subdirector de la Agencia de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), en esta región hay 26 países que dependen de cereales importados y el 85% de los fertilizantes viene de fuera, por lo cual en esta región los alimentos tienen una incidencia en la inflación mayor que en otras regiones. Desafortunadamente, el hambre y la inflación producen importantes consecuencias políticas: crecen la desafección, la polarización y la posibilidad de estallidos sociales.
Además, según explica el Consejo Nacional de Secretarios de Agricultura (CONSA), la mayoría de los fertilizantes que se usan a nivel nacional en los alimentos son importados desde Ucrania y Rusia y el incremento en sus precios impactaría directamente en el bolsillo de los productores y, por ende, de los consumidores. Por otra parte, el incremento en los precios de los combustibles produjo un incremento en los costos de transporte y de venta al detal de los alimentos, con las consecuentes repercusiones negativas en los bolsillos de los consumidores.
¿Cuál es entonces el panorama para Colombia? Según las proyecciones de abril de 2023 del Banco Mundial, hay oportunidades de crecimiento verde en forma de electricidad renovable —solar, eólica y geotérmica— y un vasto capital natural —agua, árboles, biodiversidad— que generan el potencial de nuevas industrias, en particular para Colombia. Para que el país aproveche estas oportunidades, debe en el corto plazo preservar la estabilidad macroeconómica y, en el largo plazo, diseñar y aplicar políticas para reducir los llamados riesgos sistémicos, promover inversiones en infraestructura tradicional y digital y lograr mejores en su capital humano.
Según Olavarría, “estas proyecciones del Banco Mundial prevén una afectación a las economías de la región, lo cual puede también afectar a Colombia, por la desaceleración económica, el aumento de las tasas de interés y persistentes presiones inflacionarias. Esta situación pudiere mantenerse a mediano y largo plazo, pues todavía hay mucha incertidumbre sobre el panorama de la guerra en Europa oriental. En el ámbito de los negocios, los vendedores de activos o empresas pudieren considerar ofrecer términos más flexibles a los compradores, por ejemplo, negociando que parte del precio de compraventa dependa del desempeño de la empresa vendida después de su adquisición u otorgando financiamiento a parte del precio de compraventa, para inducirlos a cerrar tratos.”