En un entorno empresarial marcado por la volatilidad, la resiliencia organizacional se ha convertido en una competencia clave. Sin embargo, un estudio de Harvard Business School revela que los ejecutivos destinan apenas el 25 % de su tiempo a atender situaciones inesperadas, mientras que el 75 % se concentra en tareas previamente planificadas. Esta brecha plantea un desafío urgente: ¿cómo prepararse para lo imprevisible en un mundo cada vez más digitalizado?
La aceleración tecnológica ofrece herramientas capaces de reducir costos, optimizar recursos, minimizar residuos y aportar hasta 1.5 trillones de dólares a la economía global en los próximos cinco años. No obstante, solo tres de cada diez fabricantes logran escalar sus iniciativas de digitalización más allá de la fase piloto, según datos del sector.
Para Javier Ortiz, CEO del Clúster Andino de Schneider Electric, la clave está en fomentar una cultura organizacional basada en la creatividad y la adaptación. “Como líderes debemos cultivar una actitud de creatividad y adaptación en nuestras organizaciones. Con nuestra tecnología EcoStruxure, las empresas podrán reducir problemas de calidad y crear industrias más eficientes, resilientes y sostenibles”, afirmó. Ortiz subraya que la implementación de soluciones digitales permite ampliar el margen de actuación ante la versatilidad del entorno, facilitando procesos más automatizados y decisiones más ágiles.
La baja inversión de tiempo en la gestión de imprevistos refleja una cultura empresarial aún reactiva, poco preparada para anticiparse a los cambios. Fomentar espacios para la innovación tecnológica no solo fortalece la resiliencia, sino que permite a las organizaciones posicionarse antes que su competencia en nuevas tendencias del mercado.
En este contexto, alianzas estratégicas con empresas especializadas en automatización y transformación digital se vuelven fundamentales. Schneider Electric, por ejemplo, ofrece un portafolio de soluciones que permite a distintos sectores avanzar hacia modelos más sostenibles y eficientes, adaptados a las exigencias del entorno actual.
La capacidad de reinventarse y anticiparse a escenarios futuros no solo garantiza la permanencia en el mercado, sino que consolida el liderazgo sectorial. Las organizaciones que apuestan por la tecnología como motor de resiliencia logran mayor productividad, mejor monitoreo de sus operaciones y una toma de decisiones más informada.
