Cada 18 de diciembre, el mundo conmemora el Día Internacional del Migrante, una fecha que invita a reflexionar sobre los desafíos y aportes de quienes, por necesidad o búsqueda de nuevas oportunidades, dejan su hogar. En Colombia, los migrantes representan aproximadamente el 4% de la población, es decir, alrededor de 2 millones de personas. De este total, más de la mitad son mujeres (51%), quienes suelen enfrentar mayores barreras en el acceso a empleo formal, salud y condiciones de vida digna.
La crisis en Venezuela ha generado un flujo migratorio sin precedentes hacia Colombia, con el 88% de los migrantes provenientes del país vecino, es decir, más de 1,7 millones de personas. Entre ellos, la distribución por género es equilibrada: 51% son mujeres y 49% hombres. Además, la población migrante venezolana es predominantemente joven, siendo potencial para contribuir a la economía del país.
Un cuarto de los migrantes venezolanos en Colombia (25%) tiene entre 19 y 28 años, una edad clave para integrarse al mercado laboral. Le sigue el grupo de 29 a 38 años, que representa un 21%, consolidando así a una población en etapas productivas y familiares. Por otro lado, 35% corresponde a menores de 18 años, evidenciando un alto número de niños y adolescentes. Los adultos entre 39 y 60 años son menos numerosos, con una participación de 17%, mientras que solo el 2% supera los 60 años.
De la población migrante venezolana, más de la mitad participa activamente en la economía, aunque con grandes desigualdades. Alrededor de 950.000 personas son parte de la población económicamente activa (PEA), aquí, la brecha de género es evidente, el 89% de estos migrantes cuentan con un empleo, el 60% de los ocupados son hombres frente a un 40% de mujeres, y solo el 17% de los ocupados cuenta con empleos formales. En términos educativos de los ocupados formales, el 45% de los migrantes venezolanos ocupados alcanzó la educación secundaria, mientras que un 12% logró culminar estudios universitarios. Sin embargo, los niveles de formación técnica y tecnológica son bajos, con apenas un 7% en estas categorías.
El desempleo afecta a 108.000 migrantes venezolanos, donde las mujeres representan más del 65%, evidenciando la vulnerabilidad laboral y las dificultades para acceder a empleos formales y de calidad. A nivel educativo de los migrantes desempleados, el 44% tiene secundaria completa, mientras que un 12% cuenta con estudios universitarios. Aunque poseen niveles educativos significativos, las dificultades para revalidar títulos, la falta de experiencia local y la discriminación impiden que muchos accedan a trabajos de calidad.
Aunque la mayoría de los migrantes provienen de Venezuela, Colombia también ha recibido población de Ecuador, Perú y Estados Unidos, entre otros países. Los migrantes ecuatorianos en Colombia presentan características únicas dentro del panorama migratorio. Cerca del 24% de esta población está compuesta por niños menores de 9 años, lo que refleja un fenómeno de migración familiar. La participación económica de los ecuatorianos también es significativa: el 39% forma parte de la población económicamente activa. Sin embargo, las mujeres están mayormente concentradas en la población inactiva, dedicadas en muchos casos a tareas del hogar o al cuidado de los hijos. En cuanto a su inserción laboral, el 94% los migrantes ecuatorianos económicamente activos cuentan con empleo, aunque persiste una leve vulnerabilidad para las mujeres, quienes enfrentan mayores dificultades para acceder a empleos estables.
La población migrante de Perú en Colombia destaca por su alta participación en el mercado laboral. Con una tasa de ocupación cercana al 99% entre su población económicamente activa, los peruanos han logrado una integración notable, pero cabe mencionar, que de estos ocupados el 53% es informal. Además, esta población presenta una distribución más homogénea por edad: mientras que 22% pertenece al grupo de 49 a 60 años, una proporción importante también corresponde a niños menores de 9 años (20%). Esto sugiere un flujo migratorio que incluye tanto familias como trabajadores en edad avanzada.
La población migrante peruana en Colombia presenta una distribución laboral notablemente alta, con el 99% de su población económicamente activa ocupada, lo que equivale a aproximadamente 3.376 personas. De este total, los hombres constituyen una mayoría relativa con 2.336 trabajadores, mientras que las mujeres representan 1.040 ocupadas, evidenciando una participación significativa de ambos géneros, en este caso el 83% de esta población migrante ocupada tienen empleos formales. El desempleo entre los migrantes peruanos es casi inexistente, alcanzando apenas el 1%. Este desempeño refleja la habilidad de esta población para integrarse rápidamente en el mercado laboral colombiano, marcando una diferencia sustancial frente a otros grupos migrantes.
Los migrantes provenientes de Estados Unidos tienen un perfil demográfico distinto en comparación con otros grupos. Un alto porcentaje, 25%, corresponde a mayores de 60 años, lo que indica que muchos llegan al país en busca de un lugar para su retiro. Además, el 47% de esta población es económicamente inactiva, siendo más común entre los hombres, aunque el grupo económicamente activo también muestra una inserción laboral casi completa, con una tasa de ocupación del 99%, pero el 64% de estos ocupados son informales.
La población migrante estadounidense en Colombia incluye un 20% de niños y adolescentes entre 10 y 18 años, lo que equivale a una proporción significativa de jóvenes dentro de este grupo. Por otro lado, los adultos mayores de 60 años representan el 25%, reflejando una migración más relacionada con jubilación o ingresos independientes, como pensiones o ahorros acumulados. A pesar de que solo el 34% de los migrantes estadounidenses forma parte de la población económicamente activa, la mayoría de ellos está ocupada, lo que indica que, aunque muchos están fuera del mercado laboral, mantienen una inserción laboral notable entre quienes trabajan.
En conclusión, aunque la población migrante en Colombia incluye a grupos diversos como peruanos, ecuatorianos y estadounidenses, que logran niveles elevados de ocupación e integración laboral, el panorama para los migrantes venezolanos es significativamente más desalentador. Con altos niveles de informalidad y tasas de desempleo más elevadas en comparación con otros grupos, los migrantes venezolanos enfrentan desafíos persistentes que dificultan su integración económica y social. Es preocupante que estas diferencias puedan estar influenciadas no solo por factores económicos, sino también por dinámicas de discriminación y xenofobia hacia esta población, que perpetúan condiciones laborales precarias y limitan sus oportunidades de desarrollo.