Hace unos días en la junta directiva de una compañía familiar, el fundador de la empresa nos hizo una pregunta a los miembros independientes, y ¿ustedes cómo ven la situación del país? Pensé que las respuestas de los tres miembros independientes iban a ser similares, pero no lo fue. Sin embargo, lo que sí concluimos, es que este gobierno viene destruyendo poco a poco la “confianza” de los empresarios, es decir el capital social que según Fukuyama es el primer factor para la prosperidad.
No es tarea fácil hacer una evaluación del actual gobierno a sus escasos cuatro meses de haber asumido el poder. Hace tan solo unos días, salí de una junta directiva, donde el fundador nos preguntó cómo veíamos la situación del país, y las posiciones fueron muy diferentes:
- Primera posición, “aquí no pasa nada”: el primer miembro de junta que habló dijo, “Petro habla una cosa y sus ministros hacen otra”, “Todos sabemos que su forma de gobernar es hablar, hablar, hablar y al final no hacer nada, porque afortunadamente no sabe gestionar”. Mencionó varios ejemplos: Primero, el ruido que generó al inicio con la reforma tributaria que empezaría en 75 billones, y que al final terminó en escasamente 18 billones, que eran necesarios para cubrir el déficit fiscal; Segundo, el tema de cumplir con el primer acuerdo de la Habana, con la reforma agraria, que ruido gigante el de los tres millones de hectáreas, y después tuvieron que echarse para atrás porque saben que no hay recursos para comprarlas, ni siquiera quinientas mil hectáreas en todo su periodo de gobierno; Tercero, que iban a bajar el costo de la energía a toda costa y tan solo bajaron un 2,5%, además, la ministra de energía con su agresividad en el discurso de no tener contratos de exploración, porque hablar es fácil, pero cuando vas a la realidad, se choca con la dificultad de hacerlo; Cuarto, empezó diciendo con su ministra de salud que cambiaría todo y ahora están mesurados; Quinto, la reforma pensional empezó con un salario mínimo para tres millones de personas, ahora va en la mitad y financiándolo con los aportes de los demás ahorradores, y es muy probable que eso tampoco llegue a pasar porque es económicamente insostenible. La conclusión de este miembro de junta arrojaba un parte de tranquilidad, pues deberán ejecutar un plan lógico, porque este gobierno no se manda solo, tiene muchos actores e intereses que deben armonizarse.
- Segunda posición, Intervención del Estado mediana: Para el segundo miembro de junta directiva, definitivamente la empresa debía prepararse en una reducción de gastos y costos, ya que el sector sería intervenido por parte del Estado en el mediano plazo, debido a que sus producto impactaban de manera directa en la canasta familiar, y su intuición era que se meterían a regular precios, utilidades e, incluso en un futuro, como ha pasado en otros países, surgirían propuestas de repartir parte de las utilidades con todos los empleados.
- Tercera posición, de socialismo de mercado a socialismo de estado: El tercer miembro de Junta un poco más radical, hizo un recuento de sus experiencias como miembro de Junta Directiva en otros países, como Venezuela, Ecuador, México, Perú y Argentina. Comentó que los pasos que está dando el gobierno son los mismos que se han dado en esos países. Según él, evidentemente el primer paso es hacerle pensar a la gente que lo que quieren es un socialismo de mercado, donde las empresas son muy importantes al igual que la libre competencia en los mercados que no tienen fallos; posteriormente, donde hay pocos oferentes y se impacta a la población de manera directa en sectores como energía, educación, salud, alimentos, etc., es donde posteriormente hará una intervención directa, luego, poco a poco pasará a diferentes sectores, porque para ellos en realidad el estado de bienestar máximo es el mal llamado socialismo de Estado, que es el comunismo. Que por lo tanto, se deben tomar medidas en la empresa para ponerlas en modo supervivencia. Para él los mensajes son claros, la reforma tributaria, la reforma política, la reforma a la salud, la reforma pensional, la reforma laboral, todos serán reformas que al no conseguirlas plenamente, volverán a su electorado para decirles que “no los dejaron hacer los cambios que el pueblo quería y que fue mandato del pueblo cambiarlo porque ganaron las elecciones”, que ahora se deben hacer por medio de una constituyente para tomar el espacio perdido en las instituciones, es allí cuando sacan a su primera línea a hacer daños, y conseguir su voto favorable para cambiar el enemigo que son “Las leyes”, luego van por el banco de la república para poder emitir moneda, y el consejo nacional electoral para controlar el tema de los votos, aumentar el periodo presidencial, etc.
Que posiciones tan diferentes e incluso antagónicas, pero conversando después entre todos los miembros de junta, en lo que sí coincidimos fue que “es evidente que poco a poco con las formas de ser del Presidente, como lo dice en su columna Luis Guillermo Vélez, “El síndrome de Adán”, está haciendo perder la confianza no solo de los inversionistas “Golondrina” sino de los inversionistas de capital de activos productivos”, que ya han sacado mucho dinero de reinversión del país, pero aún quedan más por sacar, con lo cual el próximo año no se ve nada alentador, porque además de la recesión mundial, la inflación, la devaluación, se combinada con este gobierno que en vez de generar “Confianza” ha generado profunda desconfianza, y que los pocos ministros que aún generan algo de credibilidad, ya empiezan a golpear a los empresarios asignándoles la culpa de algo que solo le corresponde a este tipo de gobierno. Entonces, estamos asistiendo a la puerta de un año 2023 que se ve gris por cualquier lado que lo miren. Solo unas palabras más de reflexión, y quiero remitirme a Francis Fukuyama en su libro “Trust: The social virtues and the creation of prosperity”:Su tesis central, es que la virtud social, que consiste en la expectativa de un comportamiento honesto, predecible, basado en normas de conducta compartidas por los miembros de la comunidad, es el capital más importante para la prosperidad. Por lo tanto, la destrucción de la confianza en los actores de la economía tiene consecuencias en el bienestar de las personas de un país. Si este gobierno continua destruyendo lo más preciado, los objetivos que todos buscamos, que estemos mejor cada día, buscando generar más empleo, cero hambre, cero corrupción, pues se producirá todo lo contrario, salida de capitales, mayor devaluación, mayor inflación, menos reinversión, desempleo, mayor desconfianza, e incremento de los niveles de pobreza que se ven en los países que han entrado en esta tendencia. Todavía estamos a tiempo de darle vuelta al timón y buscar confianza en los actores que generan la riqueza que son los empresarios, el Estado jamás podrá reemplazarlos, ya se ha comprobado.